Dos reclusos que permanecían internos en el Centro Penitenciario Región Centro Occidental, mejor conocida como la cárcel de El Dorado, ubicada en el estado Bolívar, fallecieron entre el 21 y el 22 de abril por falta de atención médica.
Uno de los reos fue identificado como Reinaldo José Lejarazo Guanima, de 30 años de edad, quien murió el 21 de abril luego de presentar evacuaciones líquidas y malestar general; mientras que Jonathan Enrique Landaeta murió el 22 de abril por presunta tuberculosis, informó el equipo del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
OVP aseguró a través de un comunicado que fuentes internas de ese recinto penal les notificaron que aunado a la falta de atención médica y el inexistente suministro de medicamentos, los cadáveres son entregados a familiares en estado de descomposición.
Debido a la situación que allí se presenta, cuando allí ocurren muertes, los demás presos colocan hojas de palma sobre los cadáveres para preservarlos mientras estos son levantados por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de Tumeremo, situación que puede tardar hasta un día, y luego son llevados a una habitación que no cuenta con las condiciones mínimas para su mantenimiento.
De igual modo, son los mismos reclusos quienes avisan a las familias sobre las muertes, razón por la que son muchos los presos que terminan en fosas comunes si los deudos no retiran los cadáveres a tiempo.
“El Dorado es usado como cárcel de castigo para reclusos de otros estados, quienes son olvidados una vez que llegan. En este centro penitenciario hay varias personas que tienen las penas cumplidas y aún no han sido liberados”, resaltó la fuente al equipo de OVP.
Entre los padecimientos de la población penal, las visitas de los hombres están prohibidas y hasta ahora permiten el ingreso de mujeres, pero una sola vez al mes. Cabe destacar que muchas madres, hijas y esposas deben viajar hasta 12 horas para llegar hasta esta localidad.
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“Aquí hay casos de paludismo, malaria, tuberculosis, hepatitis y muchos cuadros de diarreas y deshidratación, pero los enfermos se recuperan como pueden o simplemente mueren. Tampoco tenemos acceso a agua potable y nos vemos obligados a tomar agua del río Cuyuní”, añadió la fuente.
En cuanto a los alimentos, se conoció que solo reciben porciones pequeñas de arroz con un caldo de sardinas o de lentejas. Al igual que el resto de los centros penitenciarios del territorio nacional, los presos de la cárcel de El Dorado no cuentan con una alimentación adecuada, por lo que muchos han rebajado entre 10 y 20 kilos en uno o dos meses.
Carolina Girón, directora del OVP, resaltó por su parte que en las tres áreas de este penal sobreviven 1.300 reclusos, aunque tiene una capacidad instalada de solo 600 personas.
En este sentido, ante lo que considera un alarmante índice de hacinamiento, insalubridad y desidia lo que padecen los privados de libertad, hizo un llamado a la Defensoría del Pueblo y al Ministerio Público de modo que tomen acciones y puedan evitar más muertes por enfermedades infecciosas y desnutrición.
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