El Parque Nacional Chorro El Indio decretado como pulmón hace 35 años está sufriendo el impacto de la tala de una serie de árboles de vieja data, lo que está generando pequeños movimientos de tierra, que sus habitantes temen que se convierta en un hecho similar al del estado Vargas.
El Parque Nacional Chorro El Indio, es una de las zonas verdes favoritas de los tachirenses y sus visitantes, por su frío clima de montaña, su vegetación y bellos países. Llegar a este sector, es respirar ambiente libre de la contaminación y de la frialdad del cemento y el asfalto de la ciudad, no en vano es el pulmón vegetal de San Cristóbal y el área metropolitana.
Diversas construcciones se han realizado a lo largo de este sector que inicia detrás del Macdonalds de la avenida 19 de abril, pasando por Loma del Viento, Loma de Pánaga y llegando a Macanillo. Sus largos y viejos árboles se mantienen a lo largo de la vialidad, sin dejar de lado el uso de tierras productivas para la siembra de diversos rubros, entre ellos caña de azúcar, tan usada en las tierras andinas para la creación de la panela, así como café y cacao.
El 7 de diciembre de 1989, durante el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, fue decretado Parque Nacional, detallándose que tiene una extensión de 17.000 hectáreas. A lo largo del tiempo los tachirenses han acudido a la cascada del Chorro El Indio, para disfrutar de sus aguas, y a la Loma del Viento, para observar la panorámica de la ciudad, además de otras tantas bellezas naturales que se presentan en este espacio.
Pero desde el mes de abril de 2020 se está registrando lo que se ha llamado un “ecocidio” generado por la tala de árboles de vieja data, sin permisología, lo que preocupa a los habitantes del sector por el daño que se le está generando a la naturaleza, y a las tierras arcillosas propias del ugar, a donde además decenas de tachirenses llegan caminando sobre todo en horas de la tarde para hacer ejercicio y recrearse.
Habitantes de la vía al Parque Nacional Chorro El Indio, denunciaron al Diario de Los Andes que la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) le firmó a un grupo de campesinos un contrato el 2 de abril de 2020, en el que permitía construcciones y siembra en estos terrenos, que el Instituto Nacional de Tierras (Inti) les adjudicó las tierras para tal fin; además de que realizaron la tala de árboles de vieja data.
Juan Pablo Patiño, vecino de la comunidad de Loma de Pío, explicó que la deforestación generó que se iniciara un deslave en la zona de la carretera que conduce al Chorro El Indio, específicamente en el kilómetro 2.3, lo que advirtió, puede generar un deslizamiento de la montaña al no contar con las raíces de los árboles que la sostenían, por tratarse de suelos arcillosos.
“En ese sector se ve cómo hay lavado de la tierra y cómo árboles de raíces grandes han empezado a caer y a afectar la zona. El primer problema al que nos estamos enfrentando es el posible deslizamiento de la montaña porque ya no está protegida por las raíces de los árboles grandes”, dijo.
Explicó que los agrotóxicos que se están usando para los cultivos, están contaminando las aguas que pasan no sólo por las zonas cercanas, sino también de la población de Barrio Sucre y Barrio Obrero.
Los que considera más grave es que se deslicen las torres eléctricas de alta tensión que se encuentran allí, y que le dan electricidad a más de 7 millones de personas en Venezuela, según les manifestaron técnicos de Corpoelec. “En cualquier momento nos vamos a quedar más de 2.500 familias que vivimos desde La Acevita hasta Macanillo incomunicados, porque si la tala sigue se va a venir abajo la montaña”.
Patiño precisó que tienen más de 2 meses denunciando la situación ante el Ministerio de Ecosocialismo, ante el Instituto Nacional de Tierras (Inti), a Imparques, Guardería Ambiental, al juez agrario principal del Táchira, quienes han realizado inspecciones, pero hasta el momento no han emitido un documento, restricción o decreto. “Necesitamos que prohíban la tala de árboles y que le den una protección a esa zona porque San Cristóbal necesita de ese pulmón y del agua que sale de esa zona”, acotó.
256 familias que habitan en la urbanización Acevita, la mayoría integrada por educadores, también temen que pueda ocurrir una desgracia si se presenta un deslave por la tala de árboles. Freddy Guerrero, habitante del sector, indicó que además les preocupa quedarse sin el servicio de agua potable, pues en la zona hay una toma de agua del Acueducto Regional del estado Táchira.
“Queremos que actúen y busquen los responsables, porque hay personas que son responsables de ese ecocidio que se está generando, que la ley penal del ambiente actué en contra de ellos, tiene que hacerse cumplir. Queremos una acción responsable, para evitar a futuro una desgracia”.
Carmen Yajaira Ontiveros, también habita en la urbanización Acevita. Diariamente camina hacia la montaña para mantenerse físicamente y mentalmente activa y relajada, y le preocupa que desde que comenzó la tala de árboles observa tierra de la montaña en las orillas de la carretera.
“Este es el pulmón vegetal que tiene San Cristóbal, todo el mundo camina hacia allá y vemos como la gente se baña, deja basura y observamos el deslave que por ahora es mínimo, pero puede seguir incrementando. En Acevita hay 254 casas y deben haber no menos de 1.000 personas, yo tengo un niño de 10 años y me preocupa porque podemos ser tapiados como sucedió en Vargas”, expresó.
Destacó que los dueños de esas viviendas tienen más de 50 años, temen por sus vidas y sus viviendas, pues acotó que ya no tienen sueldos para adquirir nuevas viviendas. “Las leyes en Venezuela existan, ¿qué hay que hacer? Aplicarlas. Vemos que las mismas autoridades se llenan de la invasión, porque les llenan los carros de las verduras que de allí salen”, añadió.
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