En San Félix estado Bolívar, por ejemplo, durante tres meses de la pandemia no hubo distribución de tratamientos. 1500 personas no se tomaron los antirretrovirales. Hoy en día no hay tubos morados ni rojos para procesar las cargas virales, cuyos reactivos se van a vencer en abril de 2020.
De las 110.000 personas que viven con VIH, según la cifra que levantó Onusida, datos recopilados de la estadística oficial de 2019, 65.000 no recibieron antirretroviral.
Este año la situación no varió: se registró 63,54 % de desabastecimiento de la gama de cerca de 30 tratamientos diferentes al TLD, que desde hace un año se distribuye a través de OPS y Onusida.
Pero hay más. El monitoreo social de la gestión pública de los servicios de atención y tratamientos en VIH, hecho por miembros de la sociedad civil, en farmacias dispensadoras de medicamentos antirretrovirales; consultas y otros servicios de salud de Anzoátegui, Apure, Aragua, Barinas, Bolívar, Carabobo, Cojedes, Distrito Capital, Falcón, Guárico, Lara, Mérida, Miranda, Nueva Esparta, Portuguesa, Táchira, Trujillo, Vargas y Zulia; concluyó que Venezuela es el país del 100 % de: escasez de reactivos para pruebas diagnósticos, control y seguimiento al VIH; desabastecimiento de medicamentos para el tratamiento de infecciones oportunistas, de escasez de fórmulas lácteas para niños y niñas con la infección; con consultas de VIH e ITS con equipos obsoletos y sin insumos clínicos, y con poco personal de salud con experiencia en la patología, sin incentivos y abandonados por el sistema público de salud.
Alberto Nieves, director ejecutivo de la Asociación Ciudadana contra el Sida (Accsi), dijo que esto ocurre porque el Programa Nacional de Sida es sumamente deficiente y no por la pandemia, pues ya venía arrastrando una crítica vulnerabilidad en su estructura desde hace algunos años.
“Llegó la COVID-19 y terminó de desnudar la situación de las personas que viven con VIH, el país recibe el virus ya colapsado, con un sistema sanitario inoperativo, regido por autoridades sanitarias deficientes, incapaces, sin experiencia; y eso marcó al Programa Nacional, donde hay un personal sin preparación, no tiene médicos graduados con especialidad en VIH. En paralelo, hay otras unidades administrativas como la Dirección Nacional de Antirretrovirales que también tienen esas debilidades y ponen en riesgo el plan de abastecimiento”.
Citó que en San Félix, estado Bolívar, por ejemplo, durante tres meses de la pandemia no hubo distribución de tratamientos. 1500 personas no se tomaron los antirretrovirales que les mandaron, con el agravante de que ya venían de sufrir episodios fuertes porque entre 2016 y 2018 estuvieron sin tratamiento. “Y eso causa daños físicos y psicológicos irreversibles. Esto es un sufrimiento humano espantoso, como nunca había ocurrido en el país dese que está la epidemia del VIH”.
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