Petare es el corazón de una señora de 400 años. Un corazón que palpita gracias a su sangre representada en la gente que la recorre. Un corazón herido en sus arterias y venas, que son sus calles resquebrajadas y sus callejones donde se esconden delincuentes, pero que aún se agita. Eso es Petare, el barrio más grande de Venezuela que subsiste ante los problemas generales, que muestra sus virtudes y también representa el vibrante marco de la realidad del país.
Petare fue fundado un día como hoy. El 17 de febrero de 1621 designaron como Dulce Nombre de Jesús de Petare al entonces pequeño pueblo ubicado entre la quebrada El Oro y los ríos Caurimare y Guaire. Antes, esas tierras fueron habitadas por los indios Mariches, luego los colonizadores españoles se establecieron allí. En ese valle fértil de agradable clima se desarrollaron haciendas de café, cacao, maíz y caña de azúcar. Su población creció. Era y sigue siendo la puerta de entrada y salida de Caracas. Aunque sus características territoriales cambiaron, el corazón de Petare sigue latiendo con la misma fuerza.
Así piensa Frank González, el heredero de la receta de uno de los platillos más importantes de la gastronomía petareña. Él describe a la parroquia caraqueña, que cumple 400 años en medio de la distopía, como el nido donde se forjan agentes de cambio, pero también donde viven los delincuentes más renombrados de Venezuela.
“Alegría”, “vitalidad”, “peligro”, “cultura”, “fuerza”, “color”, “gente”, “miedo”, “locura”, “magia”, “caos”, “otro mundo”. Estas son solo algunas de las palabras con las que los petareños describen a su parroquia, una que vibra al ritmo caótico de ciudadanos que luchan por sobrevivir y que se cargan con las historias de quienes crecieron en sus calles y le vieron el verdadero rostro al barrio más grande de Latinoamérica: el de un hogar.
En este especial, para celebrar el cumpleaños de la parroquia que da la cara al río -tal como el significado de su nombre- y al país entero, El Pitazo entrevistó a petareños que hoy celebran con orgullo tener raíces en este barrio y seguir trabajando por él.
Aquí encontrarán la visión de Petare desde los ojos de personas que soñaron allí dentro y que hoy son reflejo de que el barrio que los abrigó y los hizo fuertes, que fue capaz de impulsarlos a crecer y superarse.
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