El líder de la oposición mayoritaria de Venezuela, Juan Guaidó, insiste en que no hay garantías mínimas para participar en los comicios del 6 de diciembre. Propone, en cambio, un plebiscito –el cual se realizaría entre octubre y noviembre– que permita a los adversarios de Nicolás Maduro demostrar que son mayoría.
Por: Andreína Itriago y Eduard Soto – EL TIEMPO
Su propuesta la respaldan 37 partidos y un centenar de organizaciones, pero no dirigentes como el excandidato presidencial Henrique Capriles.
Guaidó, reconocido como presidente encargado de Venezuela, insiste, sin embargo, en que la posición de Capriles es individual y en nada favorece al proceso democrático, y asegura que en la oposición hay “unidad de propósito”.
Ante el panorama incierto del próximo año, dice que se mantendrá en Venezuela y que no entregará el “instrumento de lucha” que representa el Parlamento, bajo la premisa de una “continuidad constitucional”.
En diálogo con EL TIEMPO, además, agradeció “profundamente” a Colombia por el apoyo activo a la causa democrática venezolana. Y lanzó una advertencia: “No podemos dar la democracia por sentado”.
Pregunta: La ONU vinculó al régimen de Maduro con crímenes de lesa humanidad. ¿Cuál es su reacción sobre este informe?
Dimensionar y caracterizar a lo que nos hemos estado enfrentando los venezolanos: a criminales, a crímenes en contra de la humanidad, a un régimen que no ha respetado ningún tipo de forma, no solamente el Estado de derecho.
Ha sido la sistemática destrucción y violación de los DD. HH. con elementos fundamentales: tortura, asesinato político, persecución. Esto viene, además, a validar las denuncias que hiciéramos, la denuncia que hiciera también en 2018 el presidente (Iván) Duque en la Corte Penal Internacional.
Es un documento histórico que relata el drama que hemos atravesado los venezolanos en materia de violación de DD. HH., pero también la firmeza con la cual hemos enfrentado a unos delincuentes que prefieren vincularse con el Eln, con la disidencia de las Farc, extraer oro de manera ilegal, financiar el terrorismo regional e internacional, que respetar las reglas del juego, que abrir los brazos a la comunidad internacional, a los venezolanos.
Viene a poner, por cierto, a Maduro en el mismo nivel de Muamar el Gadafi y Sadam Husein, y no solo en violación de DD. HH.: recordemos la denuncia por narcotráfico que también pesa sobre Maduro, la recompensa de 15 millones de dólares, entre otras cosas.
Pregunta: Hace 20 meses usted trazaba una ruta que parecía sencilla: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. ¿Qué pasó? ¿Por qué no se ha alcanzado el primer objetivo?
Hemos movilizado al pueblo de Venezuela, hemos tenido interlocución con la Fuerza Armada, hay una presión diplomática importante, un cerco diplomático, como lo caracterizó el presidente Duque, y son elementos fundamentales para enfrentar este tipo de regímenes.
Vale la pena la reflexión: ¿qué más nos falta desde la comunidad internacional?, ¿qué más nos falta en el interior de Venezuela? Tenemos que reforzar la unidad en Venezuela, tenemos que lograr movilización interna en medio de una pandemia. Nos estamos ajustando rápidamente para poder ejercer la mayoría que quiere cambio, para poder ofrecer una solución de cambio en este momento en Venezuela.
Pregunta: ¿En qué queda la cohesión de la oposición democrática en Venezuela ante el desafío que plantea la intención de Nicolás Maduro de hacer estas elecciones parlamentarias a como dé lugar?
Treinta y siete organizaciones políticas, es decir, el 100 por ciento de las organizaciones políticas que hacen vida en el Parlamento, y además 105 organizaciones de la sociedad civil, estamos absolutamente alineados no solamente en rechazar el fraude –por cierto, que también lo hace María (Corina Machado), de alguna manera–; pero también en construir una alternativa de movilización y ejercicio de la mayoría que plante cara a la dictadura de cara a su fraude.
La posición personal de Henrique (Capriles) yo la entiendo, y digo personal porque el partido Primero Justicia (al que pertenece) está acompañando no solamente el Pacto Unitario, sino cada una de las acciones que hemos emprendido. Entiendo su peso político específico, pero hoy no representa ni a la mayoría, ni a la alternativa ni tampoco al Parlamento.
Ahora, hay que escuchar la crítica, hay que escuchar los elementos adicionales. ¿Es necesario o posible el uso de la fuerza en Venezuela, nacional e internacional, para lograr una alternativa o una solución? Hay que evaluarlo responsablemente. ¿Las condiciones que está planteando la dictadura para ese proceso de diciembre son legítimas? No lo son.
Tuvimos una unidad electoral muy poderosa, le arrebatamos el Parlamento en 2015 a la dictadura. Eso ha evolucionado. Hoy no solamente somos una unidad electoral, somos una unidad de propósito en Venezuela que naturalmente tiene sus diferencias, que naturalmente se han cometido errores y los estamos subsanando rápidamente, no solo con ese Pacto Unitario, sino con acciones políticas en lo interno.
Pregunta: ¿Cuánto se ha avanzado en la planificación del plebiscito que han propuesto como alternativa? ¿Cómo harán para que se ejecute mejor que el de 2017?
Debemos movernos entre que no puede ser simbólica, es decir, de nada nos sirve reconocer en conjunto lo que es obvio: que queremos cambio, que queremos un gobierno de transición, que queremos elecciones libres.
Debe estar orientado a la acción transformadora, que logre el acompañamiento de la comunidad internacional, que nos logre referenciar como la mayoría que somos hoy en Venezuela, dispuesta a hacer los sacrificios que hemos hecho y que vamos a hacer por cambiar a Venezuela.
Estamos planteando entre octubre y noviembre poder ejecutar esta consulta, que va a tener que ver con tres materias principalmente. Uno, lograr la transición: cuáles son los mecanismos que tenemos para constituir el gobierno de emergencia nacional, el apoyo que puede dar la comunidad internacional. Lo segundo, nuestra bandera de lucha, resaltarla muy claramente: esto termina luego del cese de la usurpación, luego de instalar una transición, en una elección presidencial y parlamentaria realmente libre. Y, por último, la emergencia humanitaria.
Pregunta: ¿Por qué no participar en las elecciones? ¿Acaso estas condiciones mínimas que ha ofrecido el régimen de Maduro no permitirían a la oposición participar efectivamente?
No tiene nada que ver con el 2005 el escenario de 2020. En todo caso, se parece mucho más a 2018, cuando no concurrimos al proceso convocado por la dictadura y se desconoció nacional e internacionalmente, y con lo cual hoy se me reconoce como presidente encargado no solamente en 60 países, sino en multilaterales, entre otros. Eso no es una elección, eso es un paredón de fusilamiento. No hay un proceso electoral en Venezuela. Ya está desconocido por la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, por nuestros aliados en el mundo.
Aquí lo que nos corresponde es luchar por cinco condiciones elementales para convertir un proceso electoral en una solución política real: el derecho a elegir y ser elegidos; la dictadura no puede designar quiénes son los líderes de los partidos políticos, es su militancia, su dirigencia, (la) que determina, además, sus candidatos; la tercera es un árbitro, el CNE debe ser designado por el Parlamento y en acuerdo; la observación electoral, y la quinta es el cronograma de elecciones.
Pregunta: Se ha asomado la posibilidad de una ‘continuidad administrativa’ del Parlamento en funciones. ¿Hay consenso en torno a esta propuesta?
No hay tal cosa como continuidad administrativa para el caso del Parlamento, es continuidad constitucional. Al no celebrarse una elección legítima está claramente estipulado en nuestra Constitución, (y) hay un dictamen de la Cátedra Constitucional de la Universidad Central de Venezuela, que es lo más similar a un dictamen que tenemos hoy en Venezuela cuando el Tribunal Supremo de Justicia está secuestrado por la dictadura.
Hay elementos importantes: uno, no puede haber vacío de poder en Venezuela. En este momento, el Parlamento significa el instrumento de lucha en contra de la dictadura y para recuperar la democracia.
Mal pudiéramos entregar ese instrumento de lucha, mal pudiéramos deponer nuestras más importantes herramientas cuando hay base constitucional, legal, reconocimiento internacional, y un desconocimiento al proceso que plantea la dictadura.
Pregunta: ¿Qué pasa con la lucha de la oposición venezolana si cambia el ambiente geopolítico en la región?
Cualquiera que hoy se ponga de lado de un dictador brutal como Maduro simplemente es cómplice de violación de DD. HH. Lo que sucede en Venezuela es preideológico, es casi barbárico, es la lucha de venezolanos por su dignidad, libertad y democracia en contra de un régimen que nos trata de bioterroristas cuando queremos regresar a Venezuela.
No va a cambiar la política, ni en el corto ni en el mediano plazo, de Washington hacia Venezuela, independientemente del evento electoral que los estadounidenses deberán decidir el próximo noviembre. La política hacia Venezuela ha sido bipartidista, además
Pregunta: El régimen lo ha vuelto a amenazar con cárcel. De concretarse, ¿se iría usted del país? ¿Qué vía tomaría?
El riesgo de hacer política en Venezuela se paga con la vida, se paga con tu libertad. Pero también en la cotidianidad. Yo estoy muy consciente de los riesgos de enfrentar a la dictadura, me amenazan tres veces por mes, con cárcel, me persiguen.
Yo voy a estar ejerciendo mis funciones hasta el último momento, hasta el último de los alientos, hasta lograr nuestra libertad, hasta lograr nuestra democracia. Estaré en enero en Venezuela, independientemente de lo que suceda, entendiendo los riesgos, pero, sobre todo, con la responsabilidad de lograr una transición y de recuperar la dignidad, la felicidad de nuestra gente.
Pregunta: ¿Usted comparte la apreciación o insinuación de María Corina Machado de que Henrique Capriles se cambió de bando y le está haciendo el juego a Maduro?
Yo no quiero personalizar porque eso alimenta una diatriba pública que no nos beneficia (…). Hoy no favorece de ninguna manera participar en un fraude.
No beneficia a nadie, ni al proceso democrático, una negociación paralela con la dictadura. No estoy diciendo que una negociación, por cierto, en su momento, no sea necesaria. Lo hicimos en Noruega hace un año.
Pero lo que sí es importante es que hay una dirección política nacional, que hay una estrategia planteada, que necesita firmeza, determinación, y de ninguna manera participar en un fraude abona en la dirección de una transición, sino más bien en legitimar de alguna manera a la dictadura. Hoy suma muchísimo más actuar unidos en Venezuela y a nivel internacional.
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