La educación es un sector prioritario y trascendental para el progreso y desarrollo de cualquier país. Es lo que cimenta el futuro de las naciones. En Venezuela, particularmente este sector reviste en toda la ciudadanía una gran preocupación, ya que durante años ha venido arrastrando problemas graves, uno de los principales es la pésima remuneración de los docentes, sobre todo del sector público.
La crisis que atraviesa el sector educativo tiene distintas aristas. Periodistas de seis medios de comunicación del país: TalCual (Caracas), La Nación (Táchira), La Verdad (Zulia), Correo del Caroní (Bolívar), El Impulso (Lara) y Yaracuy al Día, se unieron para ofrecer una visión 360 de la situación desde el sentir de sus protagonistas que son los docentes, directivos, padres, representantes y alumnos. Es una especie de clamor en conjunto que desnuda todos los problemas que han venido haciendo mella en un sistema de educación que décadas atrás era ejemplo de calidad en toda Latinoamérica.
Sueldos pírricos afectan la calidad de la educación
A más de 15 días de que el Gobierno iniciara contra viento y marea el año escolar 2020-2021, el reporte que maneja la Federación Unitaria del Magisterio de Venezuela (Fetramagisterio) es que el ausentismo de docentes en los planteles se mantiene por encima de 95% en Caracas, mientras que la media en el ámbito nacional es de al menos 90%.
Gricelda Sánchez, secretaria de contratación colectiva y reclamos del Sindicato Venezolano de Maestros del Distrito Capital, señala que ese porcentaje de docentes tampoco se sumó al inicio de clases desde una plataforma online, siendo una de las razones principales los bajos salarios.
Las tablas salariales que se manejan en cuanto a docentes nacionales y sus distintos niveles son diversas; sin embargo, indistintamente de lo que puedan variar entre sí, la realidad es que el salario mensual que devenga un docente promedio se ubica alrededor de 3 dólares (Bs. 1.300.000) tomando como base el precio del dólar en Bs. 450 mil, el cual aumenta paulatinamente, devaluando cada vez más el ya pírrico ingreso.
“Desde el gremio docente hemos construido un pliego de exigencias en el cual destacamos que se cumpla con 280% de aumento, deuda contraída por el régimen de Maduro desde 2018, la reapertura de los servicios funerarios, HCM y la dotación de los Ipasme, los cuales están en total abandono; además de reabrir la discusión del contrato colectivo vencido, en el que como gremio exigimos un piso salarial de 600 dólares”, agrega Sánchez.
Ambos gremios coinciden en que no están dadas las condiciones para iniciar las clases a distancia y mucho menos de forma presencial. Afirman que durante años han trabajado entre graves problemas de infraestructura escolar, sin seguro de vida o funerarios y con salarios irrisorios y que la pandemia por la COVID-19 era la cereza que le faltaba al pastel.
El descontento gana terreno
Garantizar los alimentos diarios es un reto para la familia venezolana, que además de la pandemia debe sortear controles de movilización ciudadana, inestabilidad y alza de precios. Esa es una realidad que no puede ocultarse y por la que muchos docentes expresan tristeza y enojo, justo ahora en este inicio de clases. Tal es el caso de la profesora Ruiz, una tachirense quien tiene 17 años ejerciendo en una escuela de San Cristóbal.
“Yo gano Bs. 2 millones 400 mil, con el bono de alimentación incluido, es decir, una quincena es de un millón y la otra es de un millón 400 mil bolívares”, explica con evidente descontento. Añadió que no tiene un celular inteligente para tener comunicación con los alumnos, no cuenta con un servicio de internet adecuado en su hogar para impartir clases online y su salario no alcanza para pagar los datos a través de las operadoras telefónicas.
Ruiz fue enfática al decir que no volverá a la escuela donde labora hasta tanto no estén dadas las mínimas condiciones de bioseguridad, pues indicó que en su escuela falla el agua -precisamente para el lavado constante de manos- y la energía eléctrica. Su carro está estacionado sin gasolina desde hace más de tres meses. Con la llegada de la pandemia se le han complicado más las cosas.
Cada vez más docentes abandonan sus puestos
Este panorama hace ver el porqué cada vez es más difícil ejercer la docencia en Venezuela, por qué tantos profesores abandonan sus puestos y venden productos con los que tienen más ingresos o simplemente se fueron del país. En Bolívar, los docentes han dejado de ejercer su profesión para irse a los campamentos mineros del sur del estado. Otros se dedican al comercio informal.
De acuerdo con la secretaria general del Colegio de Profesores del municipio Caroní, Aída González, la deserción de maestros en Bolívar es cercana al 70%. “Lo lamentable de la situación es que cada día crecen las renuncias de maestros”.
Desde antes de la cuarentena, el plan de la Zona Educativa y directivos de las escuelas fue buscar a cualquier persona, educador o no, para asumir las vacantes de docentes. “Los maestros se rehúsan a ir a trabajar en precarias condiciones y saben que si los botan no pierden nada porque el sueldo no les alcanza para comprar ni tres artículos de la canasta alimentaria”, denunció. En la entidad, un docente tipo VI, que corresponde al nivel máximo, devenga mensualmente Bs. 1.400.000, mientras que un maestro inicial tipo I, apenas recibe Bs. 800.000 al mes.
González considera que el futuro educativo de los jóvenes y niños es incierto. “En el gremio educativo estamos preocupados por la situación de los niños. No es que le digamos a los docentes que no vayan a trabajar, es que no hay la manera. Es un atraso para la educación porque no hay manera de hacer el trabajo, y perjudica porque la preparación del muchacho es prácticamente nula. Cada día se nota que van en retroceso”, manifestó.
El presidente del Sindicato Unitario del Magisterio Caroní-Piar (SUMA Caroní-Piar), Rafael González, señala que las condiciones de la educación virtual en Venezuela solo desnudan el colapso del sistema educativo en el país. “El colapso es inminente. Como están dadas las condiciones auguro un fracaso rotundo, y lo digo con pesar. Queremos dar clases, pero es evidente que no podemos. A los padres les digo con sinceridad, es falso que los niños, niñas y adolescentes van a recibir una educación de calidad en estas condiciones”, aseveró.
Educación online, una tarea difícil para los zulianos
Pedro transita el camino de regreso del trabajo a su casa con una idea en mente: lograr que su hijo de siete años cumpla con los deberes escolares asignados para ese día. Son las 6:00 pm, con premura aprieta el paso, pero son ocho los kilómetros que desanda a diario para retornar a su hogar. La idea es llegar antes de que quiten la luz.
Su condición de padre soltero le pone otro grado de dificultad a la tarea. En la casa, su hijo se queda con su abuela, una mujer de 74 años quien a duras penas logra encenderle el televisor a la hora pautada y tomarle una fotografía “como si estuviera escuchando la clase”. El resto lo hace Pedro cuando puede. Si logra llegar a su casa en horario de luz solar o cuando hay servicio eléctrico, es posible que le “dé la lección” y pueda corregirle las caligrafías, pero la mayoría de las veces no es así.
El “potecito” que tiene por teléfono no lo ayuda, pero lo que gana como asistente de hornero en una panadería al sur de Maracaibo no le alcanza para mucho. Por eso la maestra tiene que pasarle por mensaje de texto las asignaciones y no hay manera de que participe en el “grupo de guasá”.
“El niño pasó para segundo, pero casi no aprendió nada en primero. No es fácil, porque la luz se va en la mañana y no puede ver el programa (clase televisada). En la noche tampoco hay luz y entonces ¿Cómo hacemos las tareas?”. La frase, más que una pregunta es un lamento, una resignación ante la certeza de que su hijo aprende poco, porque realmente cuando falta casi todo, una casa no es la escuela.
En Lara el panorama no es diferente
“Los problemas existen desde hace mucho tiempo, pero ahora es peor. Antes de la pandemia dábamos las clases y todo lo que se pedía para el desarrollo del año escolar dependía económicamente de nosotros. Los profesores ponemos de nuestro bolsillo para comprar lápices, marcadores, borradores y cuadernos; nadie nos paga para esas cosas”, expresó una de las coordinadoras de docentes de una institución pública en Lara, quien pidió el resguardo de su identidad.
“Conozco la realidad de muchos docentes que el único ingreso que reciben es el que ganan aquí, y por eso están migrando a otros oficios: planchar cabellos, limpiar en casas ajenas y trabajar en el comercio”.
En esa crisis económica están todos, desde los profesores nuevos hasta los más experimentados. “Es difícil exigirles cuando están haciendo tanto por seguir viniendo. Porque hasta yo misma, como coordinadora de docentes, he pensado en no volver más, ponerme a hacer otra cosa para ver si consigo el dinero para sostener a mi familia. El que sigue yendo a dar clases lo hace por puro amor, por más nada. En la institución donde nosotros trabajamos llega agua solo una vez a la semana, los pupitres no son suficientes, están dañados (…) da tristeza cuando los alumnos tienen que cargar tobos con agua hacia los baños”.
“Ni me imagino cómo va a ser cuando nos manden a regresar a las aulas de manera obligatoria. Creo que habrá muy pocos profesores en las escuelas… si antes quedaban pocos porque migraron, porque consiguieron otros trabajos, ahora será peor. Me preocupa mucho pero los entiendo (…) yo también paso por eso. Cuando uno lo piensa, es mejor quedarse en la casa haciendo cualquier cosa que ir a las clases por tan poca paga y con tantos problemas. Pero como dije, es por amor al trabajo, a los alumnos, que uno sigue yendo”, expresó.
“No hay condiciones para clases virtuales”
La pandemia de la COVID-19 empeoró las condiciones del sector educativo porque los docentes no cuentan con los recursos ni las plataformas básicas para desarrollar esta modalidad de trabajo.
El secretario general de la Federación Venezolana de Maestros, Orlando Alzuru, es enfático al aclarar que los maestros no se niegan a trabajar, sino que “el Gobierno no crea las condiciones necesarias”. Advierte que la manera cómo el Estado plantea el sistema a distancia torpedea la posibilidad de que exista una educación de calidad.
El dirigente sindical cita la investigación “El venezolano en medio de la pandemia por coronavirus”, hecho por la Federación Venezolana de Maestros, para señalar que 98% de las 602 personas encuestadas para el estudio dijo que la modalidad a distancia en la que se finalizó el año escolar 2019-2020 fue de regular a mala; es decir, solo 2% de los estudiantes asimiló el contenido en este tipo de educación. Para el docente esta es una modalidad excluyente.
Por otra parte, apunta que 94% de la muestra manifestó no tener capacitación digital para asumir el programa. El líder sindical duda que el modelo a distancia funcione en el país, pues a la carestía de aparatos tecnológicos de los profesores y estudiantes se suman las fallas de la energía eléctrica. En este sentido, cuestiona cómo será el proceso en los estados donde la luz se va por días o en los sectores rurales donde no saben qué es tener internet.
Explica que una de las principales cosas que debe entenderse es que “la educación a distancia no es para enseñar sino para aprender”, pues es el estudiante quien se esfuerza para adquirir los conocimientos mientras que el docente se convierte en un facilitador. “Creemos que es una estafa a la educación porque esos niños están siendo promovidos sin adquirir las competencias. No queremos pensar qué vamos a tener en el país en 10 o 15 años y qué generación conducirá el destino de la nación”, alerta.
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