Enrique Prieto Silva es un general de División retirado de la Guardia Nacional, además es profesor Jefe de Cátedra en la Universidad Santa María y estudioso del tema militar venezolano.
Expone con alarma lo que llama el «juego perverso«, como califica al Foro de San Pablo. «Nos trae el recuerdo de su impulso en América Latina y de su consecuencia con gran parte de su población insumida en la miseria, que ahora trasciende la esfera latinoamericana al unírsele las ambiciones de China, los planes criminales de Irán y toda clase de conspiraciones que han surgido para expandir sus influencias económicas y geopolíticas».
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Es una visión militar del evento que se llevará a cabo en Caracas del 25 al 28 de julio con el eslogan de que contribuirá al diálogo constante entre las fuerzas políticas progresistas y los movimientos sociales de la región ante el asedio imperialista. Cuando la intención expresada es ratificar su apoyo a Venezuela y la Revolución Bolivariana, y rechazar las agresiones de Estados Unidos y sus aliados, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba- TCP).
A juicio del oficial, el Foro es la forma ideológica con la que el eje de la extrema izquierda mundial al servicio de los peores intereses globalizadores busca sostener el ya debatido y fracasado mundo comunista soviético.
«Hoy, solo hablando de paradojas, enfrentando el subterfugio de la razón con la mentira, se puede admitir dar veracidad al decir de sus líderes». Recuerda que los del Foro dijeron: «En 1990, cuando creamos el Foro de San Pablo, ninguno de nosotros imaginó que en solo dos décadas llegaríamos a donde llegamos. En ese momento, la izquierda solo estaba en el poder en Cuba. En la actualidad, gobernamos un gran número de países, e incluso donde todavía somos opositores, los partidos del Foro tienen una influencia creciente en la vida política y social. Los Gobiernos progresistas están cambiando la cara de América Latina».
Considera el general Prieto Silva que «solo con mente torcida, sin recato y sin tolerancia del sentimiento humano se puede aceptar que digan: ‘En todo lo que hemos hecho hasta ahora, que ha sido mucho, los partidos del Foro desempeñaron un gran papel que podría ser aún más importante si podemos mantener nuestra principal característica: la unidad en la diversidad‘».
Algo que además ha dicho el Foro, según explica el general Prieto Silva es que «‘bajo el liderazgo de Chávez, el pueblo venezolano tuvo logros extraordinarios, las clases populares nunca fueron tratadas con tanto respeto, afecto y dignidad’. Sabemos que en Venezuela, por no decir que en los países que giraron en la órbita del chavismo, como el ALBA, la incredulidad sufre del mal de la luminosidad. Sin embargo, tenemos que estar alertas porque el monstruo es polifacético, policromático, multifórmico y mimético, que nos obliga a mantener una permanente vigilancia de sus actos».
«Así ha sido –dice el general- desde el momento que se supo que detrás del grupo estaba la mano tenebrosa de Fidel Castro quien, en medio de penosas dificultades económicas por el cierre de la ubre soviética, tuvo que traspasar desde La Habana la sede de la subversión internacional».
Recuerda que Castro había montado distintos y fracasados parapetos «internacionalistas» como la Tricontinental, la OLAS, el Congreso de los Pueblos y otras, con el fin de exportar su modelo comunista y tutelar a toda la izquierda latinoamericana y mundial; y «siendo evidente que desde 1999, cuando luego de 9 años de intrascendente nadería, el Foro se deslumbró con un éxito inesperado que surgió con el chavismo y sus resultas ya conocidas y manidas».
Destaca que «la dificultad que aún persiste cuando se trata de lograr el cese de la usurpación por el engaño interno con los maniáticos perturbados de la psiquiatría y el militarismo-madurista, por lo que no es pertinente dejar de poner en alarma el poder mediático, que consiga frenar cualquier intento de lograr el objetivo que vemos muy certero y cercano».
Finalmente considera que «la batalla contra el Foro de San Pablo obliga a todos los opositores a dejar la desidia contra partidista, uniendo esfuerzos por la unidad de objetivos y de principios. El camino es uno solo, el cese de la usurpación, que permita consolidar el gobierno de la transición y las elecciones libre».
Con información de Infobae