La realidad que afronta el pueblo de Venezuela a manos del narco-régimen es de suma preocupación para la comunidad internacional y para todos los estadounidenses. No solo consterna el éxodo masivo de los venezolanos que huyen de su país natal, sino que también inquietan los vínculos de Maduro y sus secuaces con grupos terroristas y narcotraficantes como el ELN, las FARC y Hezbolá.
Por Marco Rubio – El Nuevo Herald
Desde el Senado de Estados Unidos me he enfocado en usar tanto mi voz como mi voto para elevar la realidad que enfrenta el pueblo venezolano y dejar clara mi postura en el Congreso sobre la gravedad de esta situación tan compleja y dolorosa.
El Congreso ha apoyado las políticas de administraciones anteriores con el objetivo de reconocer el Gobierno Interino de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional, ambos electos legítimamente por el proceso electoral democrático establecido por la Constitución de Venezuela. Los esfuerzos bipartidistas que he liderado incluyen la restauración de la democracia mediante elecciones libres y justas, supervisadas por instituciones internacionales creíbles y la distribución de ayuda humanitaria al pueblo venezolano y a los países vecinos que siguen respaldando a los migrantes venezolanos que huyen del narco-régimen.
Debemos ser sensatos, los objetivos del dictador venezolano siempre han sido los mismos: 1) Tratar de dividir a la oposición para así sostener su poder ilegítimo indefinidamente; 2) Convocar a negociaciones para extender su mandato en el poder; y 3) Plantear concesiones que nunca son cumplidas.
La salida del poder negociada sería lo ideal, pero a la vez no debemos caer ni en la trampa de Maduro ni en la de sus cómplices. El dictador y sus secuaces son expertos en manipular las negociaciones para poder prolongar la agonía del pueblo venezolano. Maduro puede estar dispuesto a presentar una serie de gestos simbólicos como “concesiones”, pero nunca voluntariamente va a permitir que se realicen elecciones libres y democráticas en Venezuela donde él pueda perder su poder y el dinero que le ha robado al pueblo venezolano.
Para Maduro, el títere de La Habana, las negociaciones son un juego de largo plazo. La administración Biden y la comunidad internacional deben permanecer alertas, y no dejarse doblegar ante los antojos de un dictador.
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