Ella es una paciente, ya operada, con células cancerosas activas. Es, además, hiperinsulímica, asmática, hipertensa, con obesidad mórbida, y artrosis reumática en las dos rodillas, por lo que usa bastón. “Camino de vaina”, dice.
Por Humberto Contreras / La Nación
Un cuadro fisiológico de ese calibre, en Medicina, se llama comorbilidad, algo muy frecuente en personas mayores: Paciente que presenta distintas dolencias al mismo tiempo y requiere distintos tratamientos médicos y farmacológicos que deben administrarse simultáneamente.
Y no es todo: En junio le dio una neumonía bilateral (los dos pulmones) que, por sus síntomas, la hizo padecer, el ser tratada como sospechosa de coronavirus.
Toda una carga física y emocional que solo seres con la fortaleza de Ennys Norelys Cabello García, a los 51 años cumplidos en marzo, pueden soportarla, además de luchar para vencerla. Y lo demostró, a principios de agosto, al ser dada de alta del Hospital Central, después de resultar negativa del contagio.
Su casa está en un pequeño terreno cuyo frente da a la larga y transitada calle. Lo llaman “invasión Manuelita Sáenz” pues, alguna vez desocupado, fue tomado por los ahora vivientes en él, en Palo Gordo, municipio Cárdenas. Unos diez o doce ranchos cuyas paredes y techos son hojas de zinc, pero que, por su ubicación en medio de la hilera de viviendas de la zona residencial, es inadvertida por los transeúntes y automovilistas. Ahí vive Ennys, sola, pues su único hijo se fue a Perú y, por la pandemia, está sin trabajo.
— Yo estaba segura de que no tenía ese virus, porque yo no salgo de mi ambiente, explica. Esta cuarentena la he pasado metida en mi casa. He salido solo tres o cuatro veces a buscar alimentos. Y tuve que salir al médico, porque me sentí mal. Pero eso no fue ahorita. Fue en junio.
Sí. En junio comienza la reciente etapa en la vida de Ennys, cuando fue al ambulatorio de Palo Gordo, por una afección respiratoria. Le diagnosticaron neumonía, pero no había nada que darle. Nebulizaciones. La siguiente tarde sintió fuerte taquicardia y mucho dolor en el pecho. En el ambulatorio, la doctora que la atendió le dijo que no había nada para calmarme el dolor.
— Llegué a casa en la noche, pero en la madrugada me sentí peor. Amaneció y me fui para el Hospital Central. El doctor me habló de una infección en los riñones, y me indicó varios exámenes, pero como no tenía dinero para hacérmelos, seguí con el dolor.
El lunes fui al Antituberculoso, a ver si me hacían los exámenes. Y ni ahí, ni en el hospital del Seguro, ni en el Ambulatorio de Puente Real, ni en la Sanidad, los estaban haciendo. Solo me ordenaron una radiografía, por lo que fui el martes al Hospital Central a hacérmela. Mi hijo desde Perú, y mi sobrino aquí, consiguieron el dinero, y ese mismo día me la hice.
Según la radiografía, yo tenía una neumonía bilateral. La llevé al ambulatorio de Palo Gordo para que la revisaran, y me dijeron que tenían que meterme en el protocolo del covid-19, y hacerme la prueba rápida. Y a buscar dónde, porque ahí no había. No tienen cómo hacerla.
Así que el lunes 29, ya aliviado el dolor en las piernas de tanto caminar, desde su casa se fue a pie, “con mi bastón y mis rodillas dolidas”, hasta el CDI de Táriba, unos diez kilómetros, más o menos, a hacerse la prueba.
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