“Tanta guevoná, la policía bien tranquila ahí, el otro bien relajado en su casa y nosotros somos los pendejos que no podemos salir a comprar nada”, dice una vecina desde el balcón de su casa en la zona 7 del barrio José Félix Ribas, en Petare. Lleva tres días encerrada. Desde el viernes 4 de febrero hay toque de queda en el sector. Y lo impuso “Wilexis” esa misma noche y fue acatado al pie de la letra por los habitantes de la zona, que decidieron quedarse en casa sábado y domingo.
El viernes se apagaron las cornetas en José Félix Ribas, la barriada más grande de Petare. La música, que no tiene horario ni orden, fue sustituida por un silencio perturbador que mantiene a sus habitantes en vilo, a la expectativa. El poderío de Wilexis en la zona –quien ejerce el control desde hace poco más de un lustro– se encuentra nuevamente en disputa. Agentes de la Guardia Nacional Bolivariana y del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) suben y bajan buscando al caudillo.
El toque de queda, el paro de actividades, fue comunicado por la banda a través de audios de Whatsapp. Los comercios bajaron sus santamarías y los buhoneros decidieron no trabajar este lunes 7 de febrero.
Las camionetas que suben hasta las últimas zonas del sector dan media vuelta más abajo. En las calles se siente un ambiente tenso, con pocos transeúntes -la mayoría personas de la tercera edad- en horas en las que normalmente hay mucho movimiento comercial y vehicular.
Los policías tomaron parte del barrio. Coordinan sus operaciones desde la entrada de la zona 9, la penúltima del sector. Detienen a quienes consideran sospechosos y apuntan con sus armas largas hacia los cerros de bloques color terracota y techos de zinc oxidado. Ante su presencia la comunidad teme por su seguridad. Son varios los que aseguran que se sienten más a salvo cuando la policía no anda por el sitio. Las experiencias vividas en el pasado, sobre todo en mayo de 2020, marcaron a los vecinos.
Las marcas que dejó aquella guerra todavía persisten en las paredes y puertas de algunas casas. Más de una decena de agujeros en un kiosco de la zona 8 fueron generados por las balas que los oficiales de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) dispararon al aire libre en su empeño por demostrar poder en los dominios territoriales de Wilexis. Una época de terror que nadie quiere volver a vivir.
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