La medida anunciada oficialmente, este 5 de octubre, de que habrá deportaciones aéreas desde Estados Unidos para migrantes venezolanos detenidos sin documentación cuando intentan ingresar a ese país, constituye un paso más en la dirección de evitar el acceso a territorio estadounidense de lo que viene siendo un éxodo masivo, que ni siquiera lo detuvo la decisión de cerrar la frontera, hace un año.
El 12 de octubre de 2022, el gobierno de Estados Unidos anunció la inclusión de los venezolanos en la política de restricciones, que venía realizando con el resto de nacionalidades. La prohibición de ingresar por la frontera con México si no se contaba con un permiso o una cita, previamente tramitada. Las devoluciones en caliente, como se les denomina, ya que se envían a los migrantes a México, no a su país de origen, no frenaron el masivo arribo de venezolanos.
El fin de acceso prácticamente libre que tuvieron los venezolanos, en 2021 y buena parte de 2022, y que justamente contribuyó a potenciar la ruta del Darién, a final de cuentas no logró mermar el flujo de una emigración masiva. Sólo en septiembre, según el propio gobierno estadounidense unos 50.000 venezolanos ingresaron de manera irregular a ese país, cruzando la frontera por México.
Al cierre del mes de septiembre unos 400.000 migrantes de diversas nacionales, pero encabezados por el flujo de venezolanos, habían atravesado durante 2023 el peligroso tapón del Darién, convirtiendo de facto a esta zona selvática entre Colombia y Panamá en el más grande corredor migratorio de América Latina y el Caribe, según organismos especializados.
Las autoridades migratorias de Panamá, al cerrar el mes de septiembre, dieron la cifra de esos primeros nueve meses del 2023. Estos 400.000 migrantes de este año superan con creces a los 248.000 de 2022 y a las 133.000 de 2021. Este flujo migratorio, después del Darién, siguen su ruta primero por los países de Centroamérica y luego México, con el objetivo de ingresar sin documentación a Estados Unidos.
Venezolanos encabezan la migración
De los 400.000 registrados en los nueve meses de 2023, la gran mayoría son suramericanos (más de 324.000), encabezados por venezolanos, con más de 252.000, es decir más de la mitad del total de migrantes en esa peligrosa ruta. Siguen los ecuatorianos (47.724), y los colombianos (13.404). Casi 40.000 provienen de Caribe, haitianos mayormente. Otros vienen de mucho más lejos: 27.878 de Asia y 7.389 de África.
Panamá estima que a este ritmo, medio millón de personas habrán atravesado el Darién cuando concluya 2023, una cifra impensable hace un par de años cuando comenzó a cobrar notoriedad el volumen de migrantes por esta región selvática de unos 12.000 kilómetros cuadrados, en la cual no existen ni carreteras ni senderos propiamente construidos.
El paso de miles y miles de personas cada día va abriendo muy diversas rutas, en las que pululan mafias dedicadas a la trata de personas y grupos criminales.
La actual ola migratoria, sin precedentes en su expresión masiva a través del Darién, originó que las autoridades de Panamá aplicaran una política de mayor control. El gobierno de Laurentino Cortizo anunció el pasado 8 de septiembre el refuerzo de las “deportaciones y las expulsiones de los ciudadanos irregulares que tengan antecedentes penales”. Durante dos semanas de aplicación, en septiembre, 452 migrantes ya fueron retornados a sus países de origen bajo esta medida, según las cifras oficiales.
Costa Rica, entretanto, declaró emergencia nacional, el pasado 26 de septiembre. Los migrantes, una vez que pasan el Darién no se detienen en territorio panameño, el gobierno de Panamá llama “flujo controlado” al traslado en buses de los extranjeros hacia la frontera con Costa Rica, que es el siguiente país en la ruta.
Lo anunciado por el gobierno de Rodrigo Chaves es un esquema de transporte, organizado por el Estado con empresas privadas, bajo el cual se le cobra 30 dólares a cada persona por su traslado exprés entre la frontera sur de Costa Rica (con Panamá) y la norte, colindante con Nicaragua.
Este 28 de septiembre, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que es una agencia de la ONU, hizo un llamado a través de su directora regional para América Central, Michele Klein Solomon, quien instó a los países centroamericanos a poner en marcha una “estrategia regional amplia” para atender las necesidades humanitarias inmediatas de la cantidad de migrantes que transitan por la región. La migración venezolana es la más numerosa.
La suerte de imán que representa Estados Unidos para miles y miles de migrantes tiene a su vez medidas que podrían considerarse contradictorias. Desde hace un año la Casa Blanca no permitió accesos de venezolanos sin documentación por la frontera con México, pero al mismo tiempo hace poco renovó el TPS, un permiso emitido por razones humanitarias que permite aún sin visa ni permiso de ingreso a EEUU poder trabajar y tener una estabilidad temporal, que puede prolongarse en el tiempo.
Se estima que casi medio millón de venezolanos son elegibles para el TPS. La autorización de trabajo y la protección ante deportaciones aplica para aquellas personas que ingresaron a Estados Unidos desde antes del 31 de julio de 2023. En resumidas cuentas, el mensaje que reciben los migrantes es que si logras pasar todos los obstáculos y estás en territorio estadounidense, a fin de cuentas habrá finalmente protección de las autoridades así se haya ingresado de manera irregular.