La política venezolana se acelera. Tras meses de estancamiento, la dinámica de los acontecimientos en el país sudamericano, donde se alternan etapas de estancamiento y alta tensión, vuelve a una fase de agitación. El último episodio, esta semana, fue el levantamiento parcial de sanciones económicas por parte de EE UU y la casi inmediata respuesta de Nicolás Maduro: la liberación de cinco presos políticos.
Para entender lo que está sucediendo no basta con tener presentes estos gestos. Hay que contemplar todos los engranajes de un momento complejo. En él se mezclan nuevas negociaciones, la celebración mañana de unas primarias de la oposición y el horizonte de unas presidenciales en el segundo semestre de 2024.
Más allá de la necesidad de nuevas fuentes para el mercado energético provocada por la guerra de Ucrania, la distensión entre Washington y Caracas responde a la búsqueda de un desbloqueo político. Cada actor tiene un propósito. Por un lado, el chavismo y la oposición han vuelto a sentarse —en Barbados y bajo el auspicio de Noruega— para explorar un acuerdo que desemboque en unas elecciones con garantías democráticas. Por otro, Maduro busca legitimarse ante la comunidad internacional tras años de profundo aislamiento.
En medio de una prolongada crisis social e institucional, que se agravó en 2017 hasta forzar el éxodo de millones de personas, los anhelos de cambio de la sociedad venezolana siempre se han estrellado con el control absoluto del Gobierno sobre las reglas del juego electoral. Al mismo tiempo, la división de las fuerzas opositoras, hoy aglutinadas en la llamada Plataforma Unitaria, han sido otro obstáculo en el camino hacia una transición democrática. Por eso, muchos ven una oportunidad sin precedentes en las primarias de mañana, que se celebran de forma autogestionada y al margen del organismo electoral controlado por el chavismo. La gran favorita, tras la renuncia del excandidato presidencial Henrique Capriles, es la veterana política María Corina Machado. Nítidamente conservadora y neoliberal, pero distanciada del populismo ultra que recorre la región, Machado pasa por ser hoy la mejor baza de la oposición en unas elecciones.
Sin embargo, todos son conscientes del principal impedimento. La candidata está inhabilitada por un caso, que se remonta a 2015, de supuestas omisiones en la declaración jurada de su patrimonio. Se trata de una argucia a la que el aparato bolivariano ha recurrido en múltiples ocasiones para deshacerse de sus adversarios y ahora amenaza su participación en los comicios del próximo año. La UE y la Administración de Joe Biden condenan esa medida y reclaman al Gobierno que la retire. Si eso no sucede y la aspirante mejor colocada queda excluida del proceso, Venezuela habrá dejado pasar otra oportunidad de celebrar unas elecciones libres. También en esto se juega Maduro la legitimidad que reclama.
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