En algunas capitales de Latinoamérica, como Ciudad de México o Bogotá, es común que los ciudadanos utilicen la bicicleta para hacer diligencias o para llegar a su trabajo, pero en Venezuela la movilidad urbana en ese medio de transporte sigue siendo una tarea pendiente.
Apenas 19 kilómetros de ciclovías conectan el área metropolitana de Caracas, según datos oficiales, una cifra minúscula si se compara con los 681 kilómetros de rutas para ciclistas en Sao Paulo, los 550 km de Bogotá o los 380 km en Ciudad de México.
Pero en Venezuela hay quienes quieren abrirle un espacio a la bicicleta en medio del asfalto, donde siempre el auto ha tenido prioridad.
“El proceso de concienciación hacia la bicicleta como medio de transporte es reciente. A raíz de la pandemia, en nuestro país se ha visto un desarrollo muy importante de la bicicleta, no solo como medio de transporte, sino de trabajo”, explica Germary Montilla, quien lleva adelante una agencia de turismo que ofrece recorridos en bicicleta por sitios históricos de la capital venezolana.
Según Montilla, algunas de las adversidades que enfrenta Venezuela se han convertido en oportunidad para este medio de transporte.
Algunos han sacado del depósito sus viejas bicicletas porque los repuestos de los autos son costosos o porque la gasolina se ha vuelto escasa. Desde 2020 han repuntado los talleres para reparar bicicletas o las tiendas de complementos para el ciclismo.
“Los elementos socioeconómicos que hemos vivido en nuestro país nos han llevado a entender que si no hay gasolina, ¿qué hago? Tengo una bicicleta”, dice Montilla.
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