Era su viaje inaugural. Era, al momento de ser construido, el barco de pasajeros más grande del mundo, pero cuatro días después de haber zarpado del puerto británico de Southampton, el RMS Titanic colisionó contra un icebergy se hundió.
Entre las teorías que recubren al naufragio, en el que murieron 1522 personas, algunos sostienen que la catástrofe pudo haberse evitado si un hombre y un elemento hubiesen estado a bordo.
Nombrado como segundo oficial del RMS Titanic, David Blair se disponía a formar parte del primer viaje del transatlántico de la White Star Line que uniría el Reino Unido con Estados Unidos. Pero algo no salió como el marino esperaba. A último momento, las autoridades de la firma decidieron reemplazarlo por otro tripulante.
La semana previa a que el Titanic zarpara, David Blair estaba designado como el responsable del instrumental de navegación. Como segundo oficial viajó desde Belfast, donde se encontraba el astillero Harland and Wolff que lo construyó, hasta Southampton.
Todo indicaba que continuaría dentro de la tripulación que navegaría hasta Nueva York, pero por decisión de la compañía fue reemplazado por el oficial superior Henry Wilde.
Tras el nombramiento de Wilde, el oficial jefe William McMaster Murdoch y el primer oficial Charles Lightoller fueron bajados de rango y de esa manera se eliminó a Blair de la lista de comando.
“Me temo que debo dejarle mi lugar al comandante del Olympic [por Wilde]. Este es un magnifico barco y me siento muy decepcionado de no poder hacer su primer viaje”, había escrito Blair en una postal a su cuñada para expresarle cómo se sentía.
La llave de la tragedia
Con sus lamentos, Blair dio media vuelta y se marchó. Aunque, como responsable de los elementos de navegación se llevó -supuestamente por accidente- algo que pudo haber cambiado el malogrado destino del Titanic.
La llave del nido del cuervo, una suerte de armario donde se guardaban los binoculares que hubiesen sido de mucha utilidad a los vigías de turno. Más a la hora de atravesar un océano minado de icebergs.
Inmortalizado en la película Titanic (1997) de James Cameron, en la noche del domingo 14 de abril de 1912 el transatlántico de la White Star Line chocó de costado con un iceberg en aguas del océano Atlántico Norte, a 700 millas náuticas (1300 kilómetros) de Halifax, Canadá.
El impacto produjo un corte longitudinal en el casco, se inundaron los compartimentos estancos y, en menos de tres horas, el barco se hundió.
El iceberg, la maniobra y el juicio
El general (R) Enrique Rodolfo Dick es sobrino nieto de Edgardo Andrew, un ciudadano oriundo de Río Cuarto que con 17 años murió en el naufragio del RMS Titanic.
Localizado en el fondo del mar, el equipaje de su familiar inspiró el título de su libro Una valija del Titanic y otras historias de mar y tierra de la familia Andrew (Editorial Edivern, 2002). En diálogo con LA NACION, el autor aporta su punto de vista sobre la importancia de los binoculares.
“La evidencia establecida demuestra que el capitán Edward Smith, el primer oficial Murdoch, el segundo oficial, Lightoller y el sexto oficial, James Paul Moody, todos conocían, la tarde del domingo, que el barco estaba entrando en una región donde se esperaba la presencia de hielos flotantes”, explica en uno su libro Dick.
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