Un equipo internacional de científicos ha descubierto en ratones dos tipos de células cerebrales que hasta el momento pasaban desapercibidas. Se las pudo identificar a medida que los investigadores activaban un grupo de células madre inactivas en una región del cerebro que tienen todos los vertebrados, incluidos los seres humanos.
Los nuevos hallazgos son variedades de células gliales, es decir no neuronales y por lo tanto no generan los impulsos eléctricos cruciales para la función cerebral, pero que forman parte del sistema nervioso. Normalmente este grupo de células cumple distintas funciones de apoyo o protección en la materia gris y estas dos nuevas representantes fueron identificadas como células progenitoras de astrocitos y de oligodendrocitos.
La primera autora del estudio, Ana Delgado, y sus colegas, llamaron ‘gorditas’ a las representantes del primer tipo nuevo, en lenguaje no técnico, debido a los cuerpos «gruesos y redondos» que tienen estas células, que también son más pequeñas que los astrocitos conocidos, según explicaron a la revista The Scientist.
«La identificación de ambos tipos de células gliales desconocidos en el cerebro adulto resalta aún más el alcance de la diversidad glial y abre perspectivas para comprender el papel de las células madre neurales y la glía en la salud y la enfermedad», señaló el equipo de investigación en un artículo publicado en la revista Science la semana pasada. Los dominios de células donde aparecieron estas nuevas «también se reclutan en caso de una lesión», afirmaron los autores.
Por lo tanto, el hallazgo proporciona un nuevo conocimiento sobre las capacidades de reparación del tejido cerebral si recibe algún daño y es potencialmente útil para las terapias regenerativas en humanos, valoraron dos expertas externas que resumieron la importancia de este descubrimiento para Science.
«Las personas solían pensar en las células inactivas como células que simplemente se esconden y no son sensibles a ninguna señal. Pero en realidad, el estado inactivo emerge como una condición mantenida muy activamente», comentó en declaraciones a The Scientist la coautora del trabajo Fiona Doetsch, de la Universidad de Basilea, Suiza, que servía de base para los estudios de laboratorio.
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