Una de los mayores interrogantes al hablar del Sol es cómo va a comportarse; por ejemplo, saber cuándo va a expulsar material caliente que podría ir dirigido hacia la Tierra y causar desde auroras hasta daños en satélites.
Las probabilidades de tener intensas emisiones del Sol aumentan cuando la estrella se acerca a su máxima actividad dentro del llamado ciclo solar.
Durante cada ciclo, el Sol pasa por momentos cuando hay más acción, y el rasgo más distinguido de esa actividad se destaca por unas manchas oscuras que salen en su superficie, como enormes pecas que pueden tener varias veces el tamaño de la Tierra. Muchas podrían, incluso, verse a simple vista, pero no recomiendan hacerlo porque causa daños irreversibles en la vista.
Se sabe que Galileo pudo observarlas y asociarlas, erróneamente, a una especie de nube que flota sobre la superficie solar y bloqueaba su luz. Pasaron más de dos siglos antes de que Heinrich Schwabe, farmacéutico aficionado a la Astronomía, se diera cuenta en 1843 de un hecho sorprendente: encontró, por casualidad, que el número de manchas en el Sol aumentaba y disminuía en un ciclo casi regular que duraba alrededor de 11 años.
Se estableció que el primer ciclo solar sería el que va desde 1755 hasta 1766, teniendo en cuenta que a partir de entonces el registro de manchas solares se hace de manera confiable y precisa. Es posiblemente el registro experimental más antiguo que se hace de forma continua.
Nuevo ciclo
Una pieza importante del rompecabezas fue descubrir que las manchas solares son causadas por el campo magnético que, atrapado en el interior solar, brota a la superficie.
Al hacerlo enfría esa porción del Sol creando manchas oscuras que emiten menos luz, al ser más frías que el resto, pero que pueden causar fenómenos explosivos en capas más externas del Sol.
Otra característica crucial del campo magnético es que en cada ciclo, en el interior del Sol se pone patas arriba; el polo norte y sur magnéticos se invierten.
En la actualidad, la evidencia apunta a que el nuevo ciclo solar, el número 25, comenzó, y el Sol está saliendo de un letargo en el cual las manchas han sido escasas en él.
A comienzos de noviembre la alerta la dio la aparición de unas pequeñas manchitas que reflejaban el hecho de que la polaridad magnética se invirtió, pues no siguen la característica magnética que tenían las del ciclo 24.
Así las cosas, hasta el año 2030 los humanos serán testigos de un nuevo ciclo solar, lo que representa una nueva oportunidad para investigar la actividad solar y su influencia en nuestro planeta.
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