Cinco siglos antes del coronavirus, una desoladora epidemia de viruela que los mexicas llamaron Hueyzahuatl (la gran lepra o la gran erupción) hizo colapsar al Imperio Azteca, causó la muerte de su emperador Cuitláhuac y abrió la vía a la conquista española de México en 1521.
EFE
«Fue la primera enfermedad viral que se recibió en América y fue la primera epidemia que sufrió el continente americano; produjo una situación muy grave en la población indígena», comentó a Efe la epidemióloga mexicana Carolina Gómez.
Casi la mitad de la población de México-Tenochtitlán, que en 1519 tenía entre 200.000 y 300.000 habitantes, murió durante el pico de esta epidemia en septiembre de 1520, con un nuevo auge durante el asedio español que terminó con la caída del Imperio Azteca, el 13 de agosto de 1521.
La transmisión del virus fue mayor debido a los métodos de curación que eran empleados por los mexicas, como los temascales y los sahumerios, que al practicarse en espacios cerrados facilitaban los contagios y la propagación.
«La transmisión del virus es de persona a persona por medio de las gotas generadas en las mucosas oral, nasal y faríngea y conviviendo todos en el temascal, en el sahumerio, no había manera de detenerla», explica Carolina Gómez.
Los temascales son baños de vapor con fines medicinales y los sahumerios son la práctica que hacían los sacerdotes de quemar en un brasero (hornillo), el incienso y otras yerbas con el mismo fin médico.
La experta epidemióloga resalta que la viruela además atacaba principalmente a los adultos jóvenes lo cual disminuyó la resistencia militar de los mexicas ante los conquistadores españoles.
El virus también «produjo una disminución importante en el intercambio de bienes -como era en esa época- y guardadas las proporciones, fue catastrófica», dijo la experta al calificarla de histórica por las pérdidas humanas: «no se podían enterrar a los muertos», señala.
LA VIRUELA LLEGA A MÉXICO
Todo comenzó en abril de 1520 cuando Pánfilo de Narváez llega a Cempoala -actual estado de Veracruz- en misión para capturar al conquistador Hernán Cortés. La expedición estaba acompañada por un millar de esclavos, muchos enfermos de viruela, un virus desconocido en México y en América.
Después de la viruela, llegaron a América enfermedades como el sarampión y el tifo, a los cuales se le atribuyen más de dos millones de muertos entre los indígenas, de acuerdo al censo de 1777 del Conde de Revillagigedo.
El primer caso documentado de viruela fue el del esclavo Francisco Eguía, a partir del cual se generó la epidemia entre una población susceptible ante el nuevo virus, según los investigadores Carlos Franco-Paredes, Lorena
Lammoglia y José Ignacio Santos Preciado en la «Perspectiva histórica de la viruela en México», publicada en la Gaceta Médica de México de mayo-junio del 2004.
Derrotado Narváez en mayo de 1520, sus hombres se unieron a Cortés, quien con sus refuerzos volvió a México-Tenochtitlán en momentos de gran tensión con los mexicas por la matanza del Templo Mayor hecha por los españoles entre el 20 y el 22 de mayo.
Esta tensión derivó en sucesos como la muerte del emperador Moctezuma, la expulsión de los españoles en la Noche Triste, la batalla de Otumba y la llegada de Cortés a Tlaxcala para recuperarse de las pérdidas y preparar la ofensiva final contra el Imperio Azteca.
LOS EFECTOS DE LA PANDEMIA
En su Historia de las cosas de la Nueva España, Fray Bernandino de Sahagún hizo la mejor descripción de los daños que la epidemia de viruela dejó entre los mexicas, todo esto ocurrido, mientras que Cortés se recuperaba en Tlaxcala.
La epidemia fue fechada por Sahágun a fines de septiembre, «en el mes que llamaban tepeilhuitl» y en su obra describió que murieron muchos indios porque «esta pestilencia mata gentes sin número», señaló.
Una consecuencia adicional de la epidemia fue la hambruna entre la población ante la pérdida de muchas de las personas que cocinaban y que llevaban los bastimentos a la ciudad, relató Sahagún.
Para Carolina Gómez, experta de la Sociedad Mexicana de la Salud, es posible comparar la epidemia de hace 500 años con la actual pandemia de coronavirus en el sentido de que en aquella época no existían ni los paliativos ni medicamentos para combatirla.
Ambas enfermedades permiten comprobar que las fronteras son permeables a los virus y que las vacunas son la medida preventiva por excelencia, señala la epidemióloga.
La viruela se manifiesta de dos formas clínicas, la mayor que es la más grave y que se divide en ordinaria, modificada, plana y hemorrágica, todas asociadas a una tasa de fatalidad del 30 %. La enfermedad fue erradicada completamente en 1979.
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