La Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha sido considerada como una de las columnas que soporta al régimen de Nicolás Maduro. Se cree en algunos círculos de opinión que es el factor que puede resolver la tragedia que atraviesa el país e inclinar la balanza hacia un lado o el otro. Rumores van y vienen sobre si los militares guardan fidelidad a una parcialidad política, si son institucionales o son víctimas de este proceso. Lo cierto es que la situación para el último cuatrimestre del 2023 y todo el 2024 no será fácil para ningún actor en el país y menos para la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Por La Patilla
Uno de los dirigentes políticos que ha abordado el tema militar con especial interés es el dirigente de Primero Justicia Julio Borges. Tal vez por eso el régimen lo involucra con todos los intentos de golpes de estado, así como con conspiraciones, motines y sublevaciones. Su conocimiento sobre el ámbito militar le permite hacer una radiografía de la situación de la Fuerza Armada venezolana, su horizonte inmediato y lo que está detrás de los recientes movimientos dentro de la institución.
¿Cómo evalúa la situación actual de la FANB?
Actualmente, Maduro no controla a la FANB. En la FANB hay una crisis igual que la hay en toda Venezuela. Por eso vemos que cada año las deserciones aumentan, a causa del hambre en los cuarteles, la represión cubana que continúa aunque no se escuche tanto, los bajos salarios que ganan los militares jóvenes, no hay proceso de ascenso conforme al mérito sino conforme a la lealtad política a la dictadura, hay un proceso de desprofesionalización generalizado, el apresto operacional y la moral por el piso, la corrupción y el crimen organizado permeando como en todo el país, la seguridad social hecha polvo y algo muy grave que está pasado que es el aumento de suicidios en el seno de la FANB. De manera que la FANB está en una severa crisis como institución y su supervivencia depende de la salida de Maduro del poder.
Venezuela tiene una Fuerza Armada Nacional Bolivariana que no puede disuadir ni derrotar las amenazas que han surgido, producto del amparo del gobierno de Hugo Chávez primero y ahora de Nicolás Maduro, en contra de la soberanía nacional e integridad del territorio. Solo basta con mirar objetivamente los resultados de las operaciones efectuadas entre marzo y abril del año 2021, donde un número indeterminados de efectivos militares murieron, algunos continúan desaparecidos y otros fueron capturados por elementos de la guerrilla colombiana. El saldo después de casi tres años de operaciones militares refleja bajos niveles de apresto operacional, desprofesionalización de todos sus cuadros, baja moral de los efectivos y por si fuera poco el Estado Mayor Superior de la Defensa en un laberinto. Ya que esos jefes se debaten diariamente en mostrar quién es más leal. Ello les impone que se vigilen entre ellos, pero también andan en un rol policial atentos a lo que hacen los subalternos, empleando medios de control y seguimiento, aprendido de los cubanos.
Recientemente, culminó el periodo de ascensos militares. Maduro envió a retiro a más de la mitad del alto mando militar. ¿Qué señal envía el régimen con esta decisión?
Maduro desde hace tiempo no consulta con nadie los ascensos militares, ni siquiera con Padrino López. Precisamente, porque Maduro no confía ni en su sombra, le tiene temor a ascender personas que no estén 100% comprometidas con él. Por eso vemos que ya la generación militar del 4F fue enviada al retiro, por eso vemos que cambió a 7 comandantes de la REDI y casi todos los comandantes de los cinco componentes. Maduro con esto lo que busca es renovar las lealtades, ahora más porque sabe que viene una época de elecciones y también porque en la FANB hay mucho cuestionamiento sobre la represión al pueblo. Nadie quiere ensuciarse las manos por Maduro, menos con el proceso de la Corte Penal Internacional encima.
Entonces, a lo que voy es que Maduro vive de un proceso de renovación de lealtades. La mejor demostración de esto ocurrió hace poco, cuando el señor Nicolás Maduro Guerra, conocido como Nicolasito, (hijo de Nicolás Maduro Moros) estuvo presente en un acto de entrega de títulos como licenciados en ciencias y artes militares de la Academia Militar del Ejército. El interés del Mayor General Nicodemo Ramos, quien para ese momento era el Viceministro de Educación para la Defensa, en lograr la asistencia de esta persona, era congraciarse con el entorno político de Maduro para conseguir algún cargo que lo mantuviera dentro de la rosca política.
Maduro se está preparando para el futuro proceso electoral. Por ello, necesita renovar sus lealtades, por ello coloca sus incondicionales y juega a cuadro cerrado con personajes como Padrino López, con Néstor Reverol y Hernández Dala, quienes en el pasado han demostrado su fidelidad al régimen y no a los venezolanos.
Entonces, ¿Maduro está más fuerte ahora?
Al contrario, más débil. Maduro cada vez confía en menos gente. Basta con mirar los actos militares, cuando asiste, aunque los anuncia en vivo, todos son diferidos, pregrabados, camina rodeado de su entorno y saluda a una multitud imaginaria y cuando se acerca a militares, estos han sido previamente requisados, humillados y mantenidos en férrea vigilancia hasta que Maduro se aleja. Solo puede mantener la lealtad militar a punta de prebendas, bonos e impunidad, es lo único que le queda. Maduro no es reconocido como un comandante en jefe, no es un líder que represente el sentimiento militar. Solo le queda el reparto de cuotas a una jerarquía militar que se cuadra con el dictador por ahora por un tema de privilegios.
Este tema es una debilidad de Maduro, porque remueve a unos para colocar a otros. Pero de los que remueve hay varios que salen y se quedan sin cargo. Es decir, no son reenganchados, y esto genera inconformidad y descontento. Todos los que jefes militares que son pasados a la situación de reserva activa, ven frustradas sus expectativas y comienzan a sufrir las inclemencias de la situación económica que atraviesan los venezolanos en general. A pesar haberse roto las vestiduras por el régimen, de traicionar sus principios personales y abandonar los valores de la organización, son inmediatamente considerados como un prescindibles. No los dejan entrar a las instalaciones militares, solo reciben su exigua pensión, les quitan vehículos, escoltas, choferes y quedan a merced que algún político conocido les ofrezca un empleo segundón dentro de la administración pública. Eso es solo con quienes obtuvieron grados de generales de división o mayor general, pero el resto solo pasa al olvido y ello genera una fractura importante. Entonces, la realidad es que el régimen no puede satisfacer a todos los sectores, y allí hay una fractura importante que se suma a la fractura que hay en los rangos medios por toda la destrucción institucional que ha habido.
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