Cerca de la plaza Las Delicias, en el barrio de Chacaito en Caracas, un joven se hace una foto junto a un mural colorido. Se ven los colores de la bandera venezolana, un sol radiante en el firmamento, y en negro tres taladros de perforación para extraer petróleo. Es una obra de arte que consagra el potencial fósil del país, la romantización del recurso que hace de Venezuela, aún sumida en la pobreza, un país infinitamente rico. El joven se saca la selfie y guarda el teléfono en el bolsillo. Sigue caminando calle abajo, llevando consigo toda una idea de país.
Por Infobae
Una cuadra más allá una confitería centenaria de la zona tiene todas las mesas ocupadas. Hay actividad en la tarde del sábado. El que no está tomando un café está en algún mercado comprando provisiones. “Nadie sabe qué va a pasar y ya aprendimos que es mejor estar preparados”, dice un hombre que sale de un mercado a pocas cuadras de la confitería centenaria.
Hay mucha gente en la calle. Es el último día normal antes de que cambie todo, dice un farmacéutico. “Es que va a cambiar: si gana la oposición cambia, y si gana Maduro cambia. Este país no va a ser el mismo el lunes, solo que no sabemos por cuál de todos los motivos posibles no va a ser el mismo”. El hombre es amable y asegura que va a ir a votar temprano el domingo porque espera una gran fila de gente.
En el centro de Caracas hay un gran despliegue de fuerzas de seguridad. Ejército, Guardia Nacional, Polícia Bolivariana, Policía Municipal. Custodian los distintos edificios de gobierno y sobre todo uno: el Consejo Nacional Electoral. Allí será el centro de operaciones fundamental del día. Su titular, Elvis Amoroso, promete una elección limpia, pero su cercanía radical con el gobierno levanta sospechas. Detrás del CNE hay instalada una carpa enorme para periodistas. En los últimos días llegaron de a cientos y de todos los países. Hay más de mil acreditados para cubrir el centro de cómputos. Esta noche, cuando la intriga ya no pueda sostenerse, será el lugar donde estén puestos los ojos del mundo.
Es 28 de julio de 1954. Es una casita con pisos de tierra en una ciudad olvidada llamada Sabaneta. Es un día de calor en Venezuela y el presidente Marcos Pérez Jiménez ni se entera de que en el estado de Barinas está naciendo un tal Hugo Chávez Frías, hijo de Hugo de los Reyes Chávez y la señora Elena. La historia sabrá después que ese día estaba cambiando su curso.
Hoy es 28 de julio de 2024 y Venezuela sale a las calles a elegir a su nuevo presidente. La elección de la fecha fue decisión del gobierno. Si bien lo más sensato y habitual era coordinar los comicios para fin de año -y acortar así el tiempo de transición en caso de que la hubiera-, decidieron hacerlo en el día del nacimiento de Chávez. Si el destino sabe de simetrías, la política sabe de estrategías: algunos especulan con que en el cumpleaños 70 del comandante, la nostalgía podría dar un baño de votos.
Hay un hombre en Venezuela que hoy no va a votar ni a Maduro ni a Edmundo González Urrutia. Se llama Luis, vive en el populoso barrio de Petare y dice, convencido, “yo voto a Conde”. Conde, descubro de inmediato, debiera escribirse con mayúsculas porque no es el nombre de un candidato sino de un partido. CONDE, entonces: Confederación Nacional Demócrata. El hombre en la boleta es Benjamín Rausseo Rodríguez, su apodo es justamente “El Conde del Guácharo” (en referencia a sí mismo nombró con esas siglas a su frente electoral), y se trata de un humorista y empresario.
“Él hace bromas y me da risa siempre y así ha ido creando empresas y creciendo y a mí me gusta, así que voto por él”, dice Luis, mientras se detiene justo delante de un semáforo que tiene, muy discreto, un cartelito que dice “Vote CONDE”. No obstante, todo se definirá entre Edmundo González Urrutia y Nicolás Maduro, pero hay también otros ocho candidatos marginales que tendrán su hora pequeña de gloria. Alguien los recordará, estos dos párrafos, cuánto menos.
Una periodista de un medio independiente en Venezuela abre su teléfono. Busca entre sus aplicaciones y abre una que le permite leer todos los portales que están bloqueados en Venezuela y a los que no se puede entrar a menos que uno use un VPN. Un VPN es una especie de puente virtual que le hace creer a tu internet que te estás conectando desde un país distinto del que verdaderamente estás. Para algunos es un recurso técnico de cierta complejidad pero en Venezuela es tan normal como el microondas. El medio de esta periodista fue bloqueado el lunes 15 de julio, a solo dos semanas de la elección.
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