El enviado especial que Donald Trump ha mandado a Caracas a verse con el dictador Nicolás Maduro ha regresado a Estados Unidos con seis estadounidenses excarcelados por Venezuela, como gesto de buena voluntad en lo que el régimen busca que sea un reinicio de las relaciones.
Ric Grenell llamó a Trump desde el avión con los seis excarcelados, tras haber sido recibido por el dictador y Jorge Rodríguez, jerarca del régimen y presidente de la Asamblea Nacional, en el palacio de Miraflores. «Gran trabajo», dijo Trump en redes sociales inmediatamente después.
Momentos antes, en el Despacho Oval, Trump ha dicho: «Queremos ver qué podemos hacer para que la gente regrese a su país a salvo y con libertad. Y [Grenell] se está reuniendo con muchas personas diferentes, pero nosotros estamos a favor del pueblo de Venezuela».
Según la Casa Blanca, la misión era garantizar que los vuelos de repatriación de delincuentes venezolanos y garantizar que todos los detenidos estadounidenses en Venezuela regresen a casa. Se calcula que había cerca de una decena, tras un canje efectuado a finales de 2023 por la administración Biden.
La dictadura ha recibido a Grenell con banderas estadounidenses, y ha publicado un comunicado en que ofrece la llamada «Agenda Cero», que «permita el inicio de una nueva etapa en las relaciones bilaterales y la defensa de los derechos e intereses irrenunciables de Venezuela».
Se da la circunstancia de que Maduro está imputado en Estados Unidos por narcoterrorismo, y que la justicia ofrece 25 millones de dólares por pistas que permitan dar con su captura.
Desde que ganara las elecciones, Trump ha renunciado a verse directamente con el ganador de los comicios venezolanos en julio, Edmundo González, y ha rehusado pedir, como hacía en su primer mandato, la marcha de Maduro del poder.
Fuentes diplomáticas confirmaron que el encuentro se producía en un ambiente de presión, pues el nuevo presidente de Estados Unidos exige que Venezuela acepte la repatriación de individuos que han cometido delitos.
El senador Ric Scott, de Florida, expresó en la red social X su esperanza de que Grenell se concentrara en exigir el regreso de los estadounidenses secuestrados y en gestionar el retorno de los delincuentes a Estados Unidos, y nada más.
Relaciones tensionadas
La relación entre Washington y Caracas ha estado marcada por tensiones en los últimos años. Durante su primer mandato, Trump implementó una política de máxima presión contra el régimen de Maduro, imponiendo sanciones que afectaron sectores clave de la economía venezolana, especialmente el sector petrolero.
Estas medidas buscaban forzar una transición democrática en Venezuela que, sin embargo, no se produjo. Más recientemente, tras las elecciones fraudulentas de julio de 2024 que permitieron a Maduro asumir un tercer mandato, Estados Unidos y la Unión Europea impusieron nuevas sanciones a funcionarios venezolanos, en respuesta a acusaciones de represión y manipulación electoral.
La visita de Grenell también se enmarca así en una estrategia de reactivar el diálogo entre Washington y Caracas, algo que ya intentó la administración Biden. En 2022, el principal asesor de la Casa Blanca para América Latina, Juan González, encabezó una misión de alto nivel a Venezuela, aunque su acercamiento generó polémica: obtuvo la excarcelación de 10 estadounidenses pero a cambio le dio a Maduro a sus sobrinos, condenados por narcotráfico, y a su testaferro, Alex Saab, procesado por fraude y evasión de sanciones.
Durante su carrera, Grenell ha sido un aliado destacado de Trump, habiendo ocupado cargos importantes como embajador en Alemania y director en funciones de Inteligencia Nacional. Su historial en negociaciones sensibles, incluida su participación en contactos informales con el chavismo en 2020, lo posiciona como una figura clave en la política exterior estadounidense en temas relacionados con Venezuela.
Mauricio Claver-Carone, encargado de América Latina en el Departamento de Estado, ha sido claro en que el contacto con Maduro no debe interpretarse como una concesión. Según Claver-Carone, la postura de Trump respecto a Venezuela sigue siendo la de «no reconocer elecciones fraudulentas y exigir un cambio democrático real, con la liberación inmediata de los rehenes estadounidenses y la repatriación de delincuentes indocumentados».
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