Un estrecho colaborador del presidente Trump se reunió en México en secreto con Jorge Rodríguez, un destacado dirigente del régimen chavista, para intentar negociar la salida del poder del presidente venezolano, Nicolás Maduro. Fuentes de la administración estadounidense afirmaron ayer a ABC que Grenell solicitó permiso a la presidencia y obtuvo el visto bueno del Consejero de Seguridad Nacional, Robert O’Brien.
Por David Alandete – ABC DE ESPAÑA
Grenell es enviado especial de la Casa Blanca para el conflicto entre Serbia y Kosovo, algo que no tiene nada que ver con la política venezolana. Pero antes fue Director Nacional de Inteligencia en funciones, y embajador en Alemania. No es diplomático de carrera, y es considerado en Washington como uno de los más fieles subalternos del presidente Trump, hacia quien profesa una intensa lealtad. Tiene una parte muy activa en la campaña de reelección y participa en numerosos mítines.
Según pudo saber también ayer ABC, la diplomacia norteamericana no fue informada de esas reuniones antes de que tuvieran lugar. El secretario de Estado, Mike Pompeo, que ayer estuvo con Trump en el Despacho Oval en reuniones sobre el acuerdo diplomático entre Israel y Sudán, no tuvo constancia de esos contactos hasta que informó de ellos el diario estadounidense «The New York Times» el jueves. Tampoco fue informado el enviado especial de EE.UU. para Venezuela e Irán, Elliott Abrams. Bloomberg incluso añadió ayer que el embajador estadounidense en México, Christopher Landau, tampoco supo del encuentro con anterioridad.
La reunión entre Grenell y el chavista Rodríguez tuvo lugar en septiembre en México. Según las fuentes oficiales citadas antes, el único objeto era lograr una salida de Maduro del poder, algo que EE.UU. lleva intentando por varios medios desde 2019. «Esas conversaciones no fueron exitosas», añadieron las mismas fuentes.
Varias opciones
Es poco probable que tanto Maduro como Trump desconocieran esos contactos. Rodríguez, según la agencia Bloomberg, llegó a México en uno de los aviones presidenciales venezolanos, que tuvo permiso especial para aterrizar. El consejero de Seguridad Nacional norteamericano departe habitualmente con el presidente sobre este tipo de iniciativas, que no son infrecuentes. Por ejemplo, en septiembre de 2018 el abogado personal del presidente Trump habló por teléfono con Maduro, según reveló el diario «The Washington Post». Rudy Giuliani intentó, como ahora Grenell, abrir una vía de comunicación para negociar su salida del poder.
Paralelamente a esos intentos de negociación oculta, EE.UU. ha amenazado con el uso de la fuerza y el 30 de abril de 2019 apoyó un prounciamiento militar al que en teoría deberían haberse sumado jerarcas del régimen. Tras hablar directamente con líderes chavistas como el ministro de Defensa Vladímir Padrino o el presidente del Supremo Maikel Moreno, estos se echaron atrás, y el prounciamiento fracasó.
De todos modos, fiel a su carácter, Trump ha alternado las presiones y amenazas con invitaciones al diálogo, y ha llegado a decir en público que no tendría problema con reunirse con Maduro para tratar de convencerle de que salga del poder. El régimen tiene convocadas unas elecciones legislativas para diciembre, que EE.UU. considera fraudulentas. El objetivo manifiesto de la diplomacia estadounidense sigue siendo evacuar a Maduro del poder para abrir un periodo transicional.
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