A cambio de la promesa de una astronómica cantidad de mineral de hierro, China giró 1.000 millones de dólares al gobierno de Hugo Chávez. Pero las cuentas resultaron tan alegres como un joropo del terruño llanero del comandante, no se cumplieron las cuotas de exportación, y la deuda con el dragón asiático solo creció. Esta es la historia de una imposibilidad de entendimiento, de sueños de grandeza y de una gran desilusión resultante, reconstruida a partir de documentos internos.
El compromiso fue titánico. China le prestaría a Venezuela 1.000 millones de dólares apenas se sellara el pacto y, a cambio, CVG Ferrominera Orinoco quedaba en la obligación de entregarle 42,96 millones de toneladas de mineral de hierro a la empresa siderúrgica china Wuhan Iron and Steel Corporation (Wisco), a lo largo de los siguiente ocho años. El acuerdo fue firmado en 2009, el mismo año en el que la producción de la estatal venezolana, parte del conglomerado de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), cayó en picada, cerca de 35 por ciento.
Pero al mismo tiempo eran tiempos de bonanza petrolera y de hegemonía política: el presidente Hugo Chávez se había declarado “socialista” en 2006 y su partido controlaba la Asamblea Nacional casi por completo, tras la deserción opositora de las elecciones parlamentarias de 2005; contaba entonces con el poder y los lineamientos políticos para reforzar la red de nuevos aliados internacionales, entre ellos China. La relación con el gigante asiático florecía entre decenas de nuevos proyectos articulados en largas reuniones, memorandos y millones de dólares.
Fue en medio de esa embriaguez que, sin estudios de evaluación ni proyección, el 22 de diciembre de 2009, el Banco de Desarrollo de China (CDB, por sus siglas en inglés) volcó en las arcas del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes) esos 1.000 millones de dólares destinados a financiar proyectos para mejorar la capacidad de producción y despacho de mineral de hierro de la empresa básica CVG Ferrominera desde el estado Bolívar, en el sur del país, y que serían pagados por Venezuela con 42,96 millones de toneladas de mineral de hierro. El acuerdo preveía además que para las obras de mejoramiento se contrataría a empresas chinas, según documentos a los que ha tenido acceso Armando.info y han sido procesados y analizados junto con el equipo de datos del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), con la reportería adicional de Diálogo Chino.
No se trataba de un acuerdo de exportación regular. Si China hubiera pagado por adelantado las 42,96 millones de toneladas y en concordancia con el precio internacional del mineral de hierro para 2009, habría tenido que girar al país caribeño una cifra de alrededor de 4.176 millones de dólares y no los 1.000 millones que se pagaron. Según los términos de este intercambio, vestido de cooperación para el desarrollo de la capacidad exportadora de Venezuela de esta materia prima esencial para producir el acero, China estaba en efecto comprando mineral barato, muy barato. Pero, como se vería a la postre, el enorme descuento de 75% estaba ligado a un riesgo muy alto de incumplimiento por la contraparte.
Los tiempos del acuerdo eran apretados. Según el contrato de venta que había sido firmado dos meses antes, el 22 de octubre de 2009, la estatal CVG Ferrominera estaba en la obligación de entregar al término de ese mismo mes de octubre una primera cuota de 160.000 toneladas de material. Luego vendrían otros dos despachos: uno de 160.000 toneladas en noviembre y otro en diciembre de 140.000 toneladas adicionales. La entrega del mineral se demoró, pero se cumplió la cuota de ese año. Durante el primer semestre de 2010, Ferrominera entregó 460.000 toneladas de mineral hierro que todavía correspondían a la cuota del 2009.
Para el 30 de junio de 2010, CVG Ferrominera apenas había suministrado 337.250 toneladas del mineral de hierro, menos del 10% del total prometido. Para cumplir el compromiso del año le quedaban un saldo pendiente de 3.461.946 de toneladas y solo seis meses de plazo.
En un informe conjunto de la delegación venezolana del Convenio de Financiamiento CVG y el Banco de Desarrollo de China (CDB), se advertía que la empresa venezolana navegaba por aguas peligrosas y que, de no cumplir con el calendario, estaría en la obligación de pagarle a China un monto equivalente al volumen no entregado al precio pactado. Es decir, casi 70 millones de dólares (69.909.301,32 para ser exactos), además de los pagos por transporte, carga y descarga, entre otros.
No pasó mucho tiempo para que quedara al descubierto la imprudencia de los monumentales proyectos planeados con dinero proveniente del Fondo Chino, sin que existiera garantía de un verdadero cumplimiento. “El ministro [Rodolfo] Sanz efectuó promesas que la Corporación Venezolana de Guayana no estaba en capacidad de cumplir y comprometió a Ferrominera a suministrar mineral de hierro en niveles que no posee”, se quejó con rudeza Tian Yunhai, subdirector del departamento de cooperación internacional del CDB, durante un encuentro urgente convocado en diciembre del 2010 en Beijing para discutir los motivos del incumplimiento del acuerdo.
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