La justicia estadounidense ya ha tomado decisiones sobre venezolanos que van desde la condena por narcotráfico contra dos sobrinos de la primera dama Cilia Flores y el juicio a Alex Saab por conspiración para blanquear dinero; en los dos casos los imputados fueron liberados en un canje de la administración Biden con el régimen de Nicolás Maduro.
Por SEBATIANA BARRÁEZ – INFOBAE
Ahora, acaba de condenar, a casi 22 años de prisión, al Mayor General (Ej) Cliver Antonio Alcalá Cordones por suministrar armas a las FARC. La diferencia es que los sobrinos y el empresario colombiano son del entorno de la pareja presidencial. Mientras que el oficial reconoció haber intentado, en dos acciones, derrocar al mandatario venezolano.
Confesó: “Dos veces participé en la organización de alzamientos militares para recuperar la verdadera democracia en mi país. Muchos de los que me acompañaron en esos esfuerzos han sido encarcelados, torturados y asesinados. Más de 60 permanecen aún encarcelados en condiciones dramáticas. Ocho fueron asesinados”.
La relación de la revolución bolivariana, tanto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la época del entonces presidente Hugo Rafael Chávez Frías, como ahora con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y lo que queda de la Segunda Marquetalia, ha sido estrecha. Desde el alto gobierno se cobijó a guerrilleros de dichas organizaciones, con recursos económicos, instalándolos en el Hotel Alba, en las residencias Lecuna e incluso en el Círculo Militar de Caracas.
Lo que reconoció el general Cliver Alcalá ante el tribunal estadounidense es una brutal realidad que vive Venezuela desde que Hugo Chávez asumió el poder. La mayoría de los militares de la Fuerza Armada son responsables por participación o por omisión de la tragedia que vive Venezuela.
La guerrilla no solo permeó el territorio venezolano, como venía haciéndolo ocasionalmente en diversas ocasiones, sino que se instaló, vive en los centros poblados y tienen campamentos en zonas rurales, controlan medios de comunicación como emisoras en el Táchira, distribuyen material impreso como revistas, controlan negocios de oro en la zona minera e incluso usan uniforme de la Milicia para actividades de la institución castrense.
Alcalá Cordones, ocupó como último cargo la jefatura de la Región Estratégica de Defensa Integral (REDI) Guayana, en medio de un fuerte conflicto interno por no aceptar el liderazgo de Nicolás Maduro. Uno de los problemas que enfrentó Maduro, al llegar a la presidencia, fue el rechazo castrense de quienes fueron muy allegados a Chávez.
Demoledora confesión
El general Alcalá Cordones dijo en el Tribunal: “Acepto completamente la responsabilidad por la conducta de la cual me declaré culpable. He admitido desde la primera vez que me reuní con agentes del gobierno de los Estados Unidos, hace ya más de una década, que me reuní con las FARC, que he entregado esas dos armas a las FARC”.
Agregó que acompañó “proveyendo seguridad, a uno de los líderes de las FARC en su camino hacia Caracas, la capital de mi país, para participar del inicio del proceso de paz entre ese grupo y el gobierno de Colombia. Nunca lo he negado. Eran las órdenes que tenía de mis superiores, incluyendo al entonces presidente, y era parte de la política dictada por el gobierno de Venezuela en ese momento”.
“Las órdenes del contacto inicial con las FARC incluían detener uno de los mayores actos criminales del cual ese grupo se financiaba: el secuestro de ciudadanos venezolanos y colombianos. Durante el año que estuve destinado en el Zulia, estado fronterizo con Colombia, logré la liberación de tres ciudadanos secuestrados, dos de los cuales eran colombianos y cuya liberación pidió quien era el presidente de Colombia en ese momento, Álvaro Uribe”.
“El otro, un ciudadano venezolano, fue recuperado a solicitud de su familia. Su hijo le escribió una carta a usted, señor juez, hablando de mi rol en la recuperación de su padre. También le envió una carta la familia colombiana. Además, mientras estuve en esa zona, destruí laboratorios de producción de narcóticos, apoyé a las comunidades desamparadas en la frontera y di una lucha frontal contra la criminalidad en ese territorio. De todo esto hay innumerables reportes en los medios de información”.
“Lamento mucho la pérdida de tiempo y recursos a la que esta corte se ha visto sometida ante la declaración de testigos en la audiencia Fatico. Ha sido en lo personal muy duro escuchar tantas mentiras. Individuos con los que nunca traté en mi vida, quienes ciertamente buscan un beneficio personal a costas de destruir mi vida y la de mi familia. Mis abogados han ya resaltado todas las contradicciones y motivaciones en esos testimonios falaces”.
Agregó que “al corto plazo de haber llegado a mi destino militar en el estado de Carabobo, hacia fines de agosto de 2007, quien según el gobierno de Estados Unidos era el tercer mayor narcotraficante del mundo, se había fugado, estaba siendo perseguido por mi gobierno, posteriormente detenido y extraditado a mi país. Como es de público conocimiento, mi trabajo fue crucial para su detención y encarcelamiento. No por nada él mismo me amenazó públicamente en varias oportunidades diciendo que sería mi sombra y que iría por mí. Vaya si lo logró”, dijo en alusión a Walid Makled, alias El Turco o El Árabe, aunque no lo mencionó.
Dos conspiraciones
El ahora condenado oficial venezolano declaró ante la Corte en EEUU que “lo más importante de mi vida, más que ninguna otra cosa, es mi familia. Mi esposa, nuestra pequeña hija de 9 años, mis dos hijas mayores y mi nieto. Ahora estamos todos separados, de manera forzada, gracias al dictador en Venezuela, pero nuestro amor es fuerte”.
Relató que “serví a mi país como miembro del Ejercito de Venezuela durante 34 años de mi vida, incluyendo los primeros cuatro años durante el proceso de formación. Tuve una carrera destacable y sin ningún cuestionamiento, lo que me permitió llegar al rango de Mayor General. Me retiré en 2013, habiendo servido 30 años de servicio activo. He vivido una vida sacrificada y humilde recibiendo un salario acorde a un soldado venezolano”.
“Cuando me retiré, el presidente actual Nicolás Maduro, me ofreció un cargo de embajada en un país europeo, ofrecimiento que rechacé tajantemente por no sentirme en condiciones morales de representarlo internacionalmente”.
“Pasé a la situación de retiro y comencé a reunirme con miembros de la oposición política venezolana que, como yo, estaban en total desacuerdo con las políticas de Nicolás Maduro, y sentíamos que el presidente estaba traicionando la Constitución de nuestro país y sus valores democráticos. Con estas personas, creamos una plataforma en defensa del texto constitucional que hacía contraparte a los abusos del gobierno, de los que sus miembros hacían alarde junto a sus aliados económicos y políticos, situación que avanzaba y minaba la institucionalidad democrática del país”.
“Fueron cinco años de constante lucha contra el gobierno, que cada vez avanzaba con mayor control y sometimiento, acompañados con persecución política y judicial contra aquellos que no mantenían su mismo pensamiento. Mi posición como líder militar me convenció de que no podía sentarme simplemente a mirar cómo un dictador y sus secuaces se apoderaban de mi país”.
Dijo Alcalá que “luego del primer intento por remover a Maduro, en 2018, me vi forzado a escapar de mi país por el enorme peligro que corría mi familia. Mi hija mayor junto a su madre, su esposo y su hijo (mi único nieto) salieron a España. Mi segunda hija, con su esposo, salieron a Chile, y yo salí junto a mi esposa y mi hija menor (para ese momento de 3 años) a Colombia, donde comenzó un difícil exilio combinado con la separación de la familia, un alto precio que ha tenido que pagar mi familia por mis convicciones y el amor por mi país”.
“No obstante, durante mi permanencia en Colombia, continué la lucha contra el gobierno criminal que dirigía mi país, labor que pude desarrollar en unión con otros venezolanos que estaban en la misma situación. Compartíamos un único interés: lograr el necesario cambio político hacia una verdadera democracia en nuestro país”.
Todo cambió
El alto oficial venezolano aseveró que “el 24 de marzo de 2020 fui públicamente señalado en una acusación formal del gobierno de los Estados Unidos de América. Por supuesto, a partir de ese momento todo cambió para mí y para mi familia”.
“El 25 de marzo de ese año se comunicó telefónicamente conmigo un funcionario que dijo ser de la Embajada de Estados Unidos en Colombia y me informó si estaba de acuerdo en ser trasladado a su país para comparecer ante la justicia por la referida acusación. Presté mi conformidad inmediata. No provoqué ninguna demora y facilité de manera voluntaria e inmediata el proceso”.
“El 26 de marzo a las 11 de la noche ingresé a la cárcel en la cual actualmente estoy recluido. Lo demás es de su conocimiento. No obstante, me gustaría aprovechar esta oportunidad para agregar algunos detalles sobre estos últimos cuatro años de mi vida”.
“No ha sido fácil este recorrido que me apartó de mis seres queridos. Fue un inicio complicado en medio de la fatal pandemia que azotaba a la raza humana y la pérdida de buenos amigos durante ese periodo, como mi amigo el diputado Hernán Alemán, quién desde el exilio también combatía férreamente al gobierno criminal de Nicolás Maduro”.
“No obstante, junto a mi familia, a pesar de la distancia, hemos soportado este periodo a través de la fuerza del amor incondicional de mi esposa, mis hijas, mis hermanos, sobrinos, amigos, además de aquellas buenas personas que he conocido durante mi detención, a pesar de la ausencia de un abrazo para compartir con mis seres amados y que no ha sido fácil la comunicación, por el alto costo económico y a veces por los desafíos tecnológicos”.
“Cada minuto que logro comunicarme con mis familiares, lo acompaño de los buenos recuerdos del pasado con ellos, quienes no han dejado de dame fuerza a través de sus oraciones y buenos deseos. Lamentablemente, ningún familiar me ha podido visitar en persona, por dificultades económicas y migratorias. Solo mis abogados y algún amigo ocasionalmente”.
Aseguró que “no represento, ni representaré una amenaza para este país. Las 29 personas que presentaron cartas en mi apoyo ante esta corte ya han descripto mi vida, mi carrera y qué tipo de persona soy realmente. Estos ya más de 4 años que pasé encarcelado, si bien han sido muy duros para mí y para mi familia, me han servido para reflexionar y para fortalecer mis dimensiones humanas”.
“Aún cuento con la capacidad física, emocional, mental y espiritual para demostrar que soy un buen ciudadano. Conozco el significado del trabajo honrado y que ese trabajo sea significativo en beneficio de mi familia, mi comunidad y mi país. Señor Juez, quiero ver a mi pequeña hija crecer; no quiero perderme de estos maravillosos años de su niñez. Está pagando un costo altísimo por hechos que sucedieron hace 18 años, cuando su padre cumplía con sus órdenes como militar. Quiero poder hacer feliz a mi familia otra vez”.
Finalizo con “sinceras disculpas por mis errores, los que, vuelvo a manifestar, reconozco en su totalidad, no busco otros responsables por ellos, y de los que me arrepiento. Hoy lucho con mayor sabiduría e inspiración hacia mi futuro y el de mi familia. Muchas gracias por esta oportunidad y que Dios lo bendiga”.
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