Cuando el presidente Donald Trump revisó las opciones a principios del año pasado para responder a la crisis política y humanitaria en Venezuela, se dio cuenta de que su dura retórica contra Nicolás Maduro no estaba respaldada por una demostración de fuerza en la región.
Por Nora Gámez Torres – EL NUEVO HERALD.
El secretario de Defensa Mark Esper, el director del Consejo de Seguridad Nacional Robert O’Brien y el fiscal general de Estados Unidos William Barr, dijeron durante la conferencia de prensa que la expansión de la operación antinarcóticos en el Caribe y la costa que da al océano Pacífico, también tenía como objetivo negar fondos a Maduro y sus aliados más cercanos, que fueron acusados recientemente bajo cargos de narcotráfico.
“Cuando comenzamos la política de presión máxima en enero, el presidente analizó cuáles eran nuestros activos militares en el hemisferio occidental porque obviamente, todas las opciones estaban y están sobre la mesa”, dijo un funcionario de alto rango de la administración a el Nuevo Herald.
“No había equilibrio. La mayoría de nuestros activos estaban en el Medio Oriente, Asia, etc., por lo que solicitó equilibrar esos activos para tener la presencia necesaria en el hemisferio para ver hacia dónde iba esta situación” con respecto a Venezuela, agregó.
La medida está en sintonía con la creencia de Trump de que Estados Unidos no debería gastar recursos en regiones lejanas, dijo el funcionario.
El cambio de considerar a Maduro como un gobernante “ilegítimo” a ser etiquetado abiertamente como un “narcoterrorista”, proporcionó una justificación para la operación, a pesar de que datos del gobierno estadounidense sugieren que Venezuela no forma parte de las rutas principales del narcotráfico con destino a Estados Unidos.
El funcionario también citó la desestabilización que la crisis política y humanitaria en Venezuela ha generado en toda la región como otro imperativo para expandir la presencia militar de Estados Unidos en el hemisferio.
El presidente colombiano, Iván Duque, fue una de las voces más notorias que solicitó más apoyo para paliar no solo la crisis migratoria por la llegada de millones de refugiados venezolanos, sino también para enfrentar a los “narcoterroristas” de las FARC y el ELN que alberga Maduro en Venezuela.
El secretario de defensa publicó una lista de las fuerzas movilizadas para la misión, que incluye destructores de la Armada, barcos de la Guardia Costera, buques de combate, helicópteros, aviones de patrulla P-8 y los aviones de la Fuerza Aérea E-3 AWACS y E-8 JSTARS para llevar a cabo labores de vigilancia, control y comunicaciones.
La operación también incluye fuerzas de seguridad. En la conferencia de prensa del miércoles, el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, dijo que había “miles” de marineros, guardacostas, soldados, pilotos y marines involucrados.
Algunos expertos se han sorprendido por ese despliegue militar.
“No recuerdo la última vez que hubo destructores de la Marina de Estados Unidos en el Caribe o la costa del Pacífico oriental (en operaciones, no en ejercicios)“, dijo Adam Isaacson, director del programa de Supervisión de Defensa en la Oficina de Washington para América Latina. “Y cada avión E-3 AWACS cuesta más de $250 millones de dólares ”, dijo en Twitter.
Según el Comando Sur de Estados Unidos, que llevará a cabo la operación en el Caribe y la costa este del Pacífico, esos aviones han estado en uso en la región.
“AWACS es uno de los aviones que hemos utilizado para realizar operaciones de detección y monitoreo en el pasado”, dijo José Ruiz, un vocero de Southcom. “En lo que respecta a los buques de la Armada, los buques con pistas de vuelo forman parte del despliegue que permite la interrupción de las drogas ilícitas que fluyen hacia Estados Unidos”.
Dichas unidades de despliegue militar de la Guardia Costera— conformadas por aviones de patrulla marítima, barco con pista de vuelo, helicóptero y destacamento policial—son estándar en las operaciones anti-narcóticos, dijo Ruiz.
El comandante de Southcom, el almirante Craig Faller, ha abogado por más recursos para este tipo de operaciones en América Central y del Sur. En una audiencia en el Congreso en marzo, Faller anunció que la presencia militar de Estados Unidos aumentaría en la región en términos de barcos, aviones y fuerzas de seguridad para “tranquilizar a los socios” en la lucha contra el “narcotráfico ilícito”.
La noticia de la operación ha perturbado a los miembros del régimen en Venezuela y ha revivido las esperanzas dentro de la población de que se estaría gestando una acción militar estadounidense contra Maduro.
El jueves, el número dos de Maduro, Diosdado Cabello, pasó su programa de televisión en vivo lanzando amenazas a Estados Unidos y a la oposición venezolana, en particular a su líder, Juan Guaidó, el jefe de la Asamblea Nacional reconocido como presidente interino por casi 60 países.
Cuba también denunció el despliegue militar estadounidense.
“La operación militar anunciada por el gobierno de EEUU que implica el despliegue de buques de guerra cerca de Venezuela y movimientos de tropas especiales, constituye una grave amenaza a la paz de todos en la región “, dijo en Twitter Bruno Rodríguez, canciller de Cuba. “El supuesto combate al narcotráfico es solo un pretexto oportunista”.
El funcionario de alto rango de la administración de Trump reiteró que la operación envía una fuerte advertencia a Maduro, a quien instó a cooperar con el Departamento de Justicia y con Estados Unidos para encontrar una solución negociada.
“Las opciones aquí son cooperación o confrontación, y la confrontación nunca termina bien”, dijo. “Esperamos que prevalezca el sentido común porque nuestro objetivo sigue siendo una transición democrática. Pero ahora ni siquiera estamos tratando con un régimen sino con un cartel“.
En teoría, el hecho de que haya más activos militares en la región haría más factible una acción militar contra Maduro, dijo el funcionario. Pero el hecho de que los activos militares se puedan usar en diferentes misiones no significa que una salida de corte militar sea la política actual, dijo el jueves el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams en una conferencia de prensa.
Algunos críticos de la política exterior actual de Estados Unidos creen que la administración está exagerando el vínculo de la operación con la situación en Venezuela y está utilizando políticamente lo que parece una iniciativa legítima para combatir el narcotráfico.
“El tipo de despliegue militar anunciado es consistente con una operación antinarcóticos, e incluso con esa mayor presencia, el número de incautaciones aún sería pequeño”, dijo Frank Mora, ex subsecretario adjunto de Defensa para el Hemisferio Occidental bajo Barack Obama.
“Es una manipulación política total sugerir que se podría llevar a cabo un bloqueo naval o una intervención militar con esos activos”, dijo Mora. “El despliegue es significativo en comparación con lo que teníamos antes, pero solo porque teníamos muy poco”.
En un testimonio ante el Congreso en enero, el almirante Faller dijo que Southcom solo tenía capacidad para interceptar “alrededor del nueve por ciento del movimiento conocido de drogas”.
“En un área del tamaño de Estados Unidos, hemos estado trabajando con entre seis y ocho barcos”, dijo Faller en una rueda de prensa en marzo. “Así que hemos estado diciendo constantemente que el número que necesitamos para cubrir esa zona es mucho mayor, y eso fue parte de la justificación de los paquetes de fuerza adicionales que recibiremos”.
Mora también duda que algunos de los activos enviados a la región permanezcan allí por mucho tiempo. El general Milley dijo que la Marina envió barcos de combate adicionales desde los Comandos del Pacífico y Europeo, y de la flota naval en Norfolk.
“Estoy seguro de que a esos comandantes querrán que les devuelvan sus barcos”, dijo Mora.
Southcom se negó a discutir el costo, el cronograma y otros detalles de la misión del Caribe debido a “razones de seguridad operativa”.
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