«Todo el mundo con Edmundo», el grito con el que los jóvenes acompañaron en redes sociales la irrupción de Edmundo González Urrutia, de 75 años, como candidato del cambio en Venezuela, ha vuelto a resonar con fuerza en las últimas horas, tanto dentro como fuera del país petrolero. La orden de aprehensión contra el ganador de las elecciones presidenciales, dictada desde el Palacio de Miraflores, solicitada por la Fiscalía y confirmada el lunes por el juez antiterrorista Edward Briceño desató un vendaval de apoyos en favor de González Urrutia, a quien el régimen quiere empujar al exilio lo antes posible.
Por El Mundo
«Tiene que ir de casa en casa para resguardar su vida», confirmó José Vicente Haro, abogado del candidato de los demócratas, que no ha acudido a tres citaciones previas de la Fiscalía. El diplomático tampoco ha comparecido en las últimas concentraciones opositoras y al igual que María Corina Machado, la dirigencia opositora y miembros de la resistencia venezolana se encuentran a resguardo de la furia bolivariana, como fue bautizada por Nicolás Maduro.
Al embajador, un desconocido para el país hasta que el cerrojo político montado por el gobierno le convirtió en la única alternativa posible para los demócratas, le acusan por usurpación de funciones, forjamiento de documento público, instigación a la desobediencia de leyes, conspiración, sabotaje a daños de sistema y asociación para delinquir.
Todo ello porque Maduro le considera máximo responsable de la web donde se pueden consultar el 83% de las actas electorales oficiales del 28-J, que la oposición logró subir gracias al hito ciudadano de aquellos días. Miles y miles de testigos, activistas y los famosos comanditos familiares y vecinales consiguieron copias de las votaciones mesa por mesa, las pusieron a resguardo, las fotografiaron, las digitalizaron y las subieron a una base de datos en menos de 48 horas.
Transcurridos 34 días, el gobierno no ha exhibido ni un sólo dato más allá de unos resultados finales imposibles, que dan por ganador al jefe de la revolución.
«Nadie está por encima de las leyes como ha pretendido este señor, el enconchado (escondido), el cobarde», vociferó Maduro, que desde hace semanas insulta y amenaza siempre que puede al embajador que le derrotó en las urnas con más de cuatro millones de votos de ventaja. «Viejo decrépito», «criminal», «asesino» y otras invectivas desvelan no sólo la animadversión personal del «hijo de Chávez» por la paliza electoral sufrida pese a contar con todas las ventajas (30% de los apoyos, frente al 67% del candidato de los demócratas).
Hay más: el 10 de enero, Maduro pretende tomar posesión de su tercer mandato a sabiendas de su derrota. Incluso en un alarde de sinceridad, adelantó que sólo entregará el poder, «cuando toque», a un presidente chavista y revolucionario. Para esa fecha, el chavismo quiere sacar del juego político a Edmundo, a toda costa.
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