Desde los tiempos de Cristóbal Colón, el oro ha estado siempre presente tanto en la imaginación como en el territorio que después sería Venezuela. No por azar el mito de El Dorado nació cerca del Orinoco y todavía hoy buscan en las montañas alrededor de Los Teques las fabulosas y legendarias minas de oro del cacique Guaicaipuro. También otros minerales tan valiosos como el oro, algunos descubiertos hace muy poco.
Por EL NACIONAL
Desde mediados del siglo pasado, los venezolanos estaban familiarizados con la extracción intensiva petróleo, de hierro –para la producción de acero y cabillas– y de bauxita –para la reducción de aluminio–, pero el variado territorio geológico aloja depósitos de otros minerales como manganeso, tierras raras, coltán, azufre, cuarzo, torio, caolín, níquel, plomo, zinc, uranio, cobre, titanio, asbesto, magnesita, talco, feldespato, cianita, yeso, caliza, fosfatos, carbón, arenas silíceas, arcillas blancas y rojas, pirofilitas, dolomitas, arenas, diatomita, turba y gravas.
Con los precios altos del petróleo, se permitió el libre aprovechamiento de oro y diamantes y se otorgaron concesiones a empresas privadas. Pero en la llamada quinta república las reglas cambiaron y se le ha dado prioridad a un título minero denominado minería artesanal, pequeña minería y mancomunidades mineras. Lo esencial es que el Estado se reserva el derecho de explorar directamente o a través empresas mixtas en las que mantiene la mayoría de acciones.
Nadie se asombró, salvo algunos ecologistas, que en 2008 Hugo Chávez creara la Empresa Nacional de Minería, que se encargaría de recuperar las minas y de que no “permanezcan ociosas”, como declaró el ministro de Industrias Básicas y Minería Víctor Álvarez R. Entonces se calculaba que solo la mina Las Cristinas tenía reservas probadas por 31 millones de onzas de oro, que se han incrementado a 44 millones. Se le consideraba la más grande de América Latina. La empresa Crystallex International Limited, con sede en Toronto, recibió en 2002 un permiso de exploración y estaba a la esperaba de los permisos ambientales para comenzar la explotación. Nunca llegaron, pero sí la nacionalización en 2010 que tendría un alto costo para el Estado Venezolano.
Durante años, los ambientalistas y las comunidades indígenas bloquearon la operación de la mina. Argumentaban la explotación minera causarían daños ecológicos irreversibles y daños humanos y sociales a las comunidades indígenas. Las Cristinas está situada entre dos regiones de suma importancia ecológica: el Parque Nacional Canaima, uno de los 10 más extensos del mundo, y la reserva forestal de Imataca, que cubre 3,5 millones de hectáreas del escudo de Guayana. La zona es rica en oro, diamantes, hierro, bauxita, manganeso, cobre y posee una diversidad de flora y fauna única en el mundo. Entonces, ya la minería ilegal y la desforestación incontrolada había arrasados más de 6.000 hectáreas.
Crystallex no llegó a extraer un gramo de oro, pero reclamó del Estado venezolano una indemnización por la expropiación de sus activos en Las Cristinas ante al Centro International de Arreglo de Diferencias sobre Inversiones (CIADI) que dictó una sentencia favorable a la minera por 1.400 millones de dólares. El Estado venezolano consideró desmesurada la cantidad y no pagó, pero Crystallex ha exigido que se le entregue, como parte de pago, todas las acciones de la refinería Citgo en Estados Unidos. Lo único que queda en pie de la demolida Pdvsa.
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