En una llamada telefónica con el presidente de Colombia, Gustavo Petro, el dictador venezolano Nicolás Maduro dijo esta semana que se comprometía a ayudar a tapar los pasos ilegales que llegan al Catatumbo, ante la feroz arremetida del Eln contra disidencias de las Farc y civiles inermes.
Con esa frase y con una reunión de emergencia para tratar el tema entre el ministro de Defensa colombiano Iván Velásquez y su homólogo venezolano, Vladimir Padrino –por quien Estados Unidos ofrece una recompensa de 15 millones de dólares–, el régimen intenta despejar las dudas que hay a este lado de la frontera sobre su papel e interés en la macabra escalada del Eln.
Aunque el presidente Petro descartó que el territorio del vecino país fuera usado como corredor por el comando criminal eleno que salió de Arauca hacia el Catatumbo, fuentes militares han entregado incluso ubicaciones exactas de zonas campamentarias y pueblos en donde el Eln permanece a sus anchas en Venezuela.
Retaguardia Bolivariana
Información de inteligencia revelada por EL TIEMPO confirma que ya es considerada una guerrilla binacional. Reportes en manos del Ejército señalan que por cada guerrillero colombiano hay tres venezolanos en sus filas y el 70 por ciento de esa guerrilla está ubicada en la zona fronteriza.
Y hay otras evidencias que inquietan aún más. En una reunión de la llamada cúpula del Eln –cuyo paradero hoy se desconoce– se produjo un documento en el que se refieren a la revolución Bolivariana.
Al respecto, el excomandante del Eln y gestor de paz Carlos Arturo Velandia ha señalado que esa guerrilla participaría en una posible intervención militar contra el régimen para defender la llamada “revolución bolivariana”.
“Todo estuvo fríamente planificado por el Eln para desatar esta guerra”, señalan autoridades con relación a la ola de violencia que se desató desde el pasado 16 de enero en más de cinco municipios de la subregión del Catatumbo.
Y agregan que eso incluyó seguir sentados en la mesa de diálogos, bajo el letrero de la ‘paz total’, mientras se fortalecían y lo planeaban todo.
Cocaína y poder en la frontera con Venezuela
El rastro del mortal movimiento del Eln sobre el Catatumbo se inició a mediados de agosto de 2024, cuando el cese de fuego decretado entre esa guerrilla y el Gobierno finalizó.
Para ese momento, Gustavo Aníbal Giraldo Quinchia, alias Pablito, recibió información de que el frente de Guerra Nororiental, comandado por Robinson Navarro, alias Alfredo, comenzaba a perder liderazgo en la zona y dividendos sobre los cargamentos de cocaína que sacan por Venezuela.
La razón: el “pacto de no agresión” que en 2020 el Eln hizo con el frente 33 de las disidencias de las Farc, cuyo cabecilla principal es Carlos Eduardo García Téllez, alias ‘Andrey’.
“Ese pacto de convivencia –para impedir la entrada del ‘clan del Golfo’ desde el sur de Bolívar– generó que las disidencias fueran tomando control territorial, militar, social y político. Eso, sin duda, enfureció a varios frentes del Eln, quienes señalaron que ese terreno histórico de ellos no lo podían perder”, señaló una fuente militar.
Y se tiene información de inteligencia según la cual la movilización de guerrilleros del Eln desde Arauca al Catatumbo se inició hace 5 meses. El grueso de esa fuerza, unos 80 combatientes del sanguinario frente ‘Domingo Laín’, se movió desde Saravena y Arauquita.
La ruta de la muerte de los hombres del Eln que llegaron hasta el Catatumbo
Sobre su ruta hacia Norte de Santander se sabe que unos 80 hombres de alias Pablito comenzaron un periplo desde Saravena, llegaron a Arauquita, luego pasaron a Venezuela y atravesaron tres estados del vecino país para entrar luego al Catatumbo a sangre y fuego.
“En diciembre, inteligencia detectó que las tropas comenzaron a entrar a Catatumbo. Pensamos que estaban organizando un ataque a la Fuerza Pública, o que iban a pasar la Navidad con sus familias. Decimos que fue bien planificado porque nunca mostraron señal de que estaban preparando una ofensiva contra las disidencias”, dijo una fuente enterada.
El presidente Gustavo Petro se preguntó cómo nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando, en un claro cuestionamiento a las agencias de inteligencia colombianas, incluida la que depende de la Presidencia, dirigida por exmilitantes del M-19: la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI).
Se calcula que para arrasar al frente 33 y expulsar a civiles, los elenos movieron explosivos, armas de todo tipo y alcanzaron a reunir unos 2.358 hombres.
Las disidencias, por su parte, solo tenían en el territorio 412 hombres. La mayoría de ese grupo se había ido al sur de Bolívar.
Estos movimientos fueron confirmados este viernes por el ministro de Defensa, Iván Velásquez, tras su reunión con ‘Padrino’.
“Hay una labor que vienen desarrollando todas las inteligencias, pero particularmente desde DNI, Dipol y la inteligencia militar. Hubo algunas informaciones hacia el mes de diciembre que hablaban de unos desplazamientos de, probablemente, integrantes del Eln, pero sin la definición y sin la determinación de los objetivos”, explicó Velásquez.
Y agregó: “El Ejército efectivamente tomó previsiones en algunos territorios del Catatumbo que podrían considerarse objetivos”.
El interrogante que surge en este punto es: ¿cómo esa cantidad de hombres armados pudo recorrer más de 200 kilómetros durante tres meses con total libertad en ambos lados de la frontera?
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