Desde 1970 se celebra cada 22 de abril el Día Mundial de la Tierra con el propósito de crear conciencia sobre el uso razonable de los recursos naturales, impulsar un desarrollo económico sostenible y sensibilizar sobre las buenas prácticas ecológicas.
Por Jhoalys Siverio / correodelcaroni.com
El cuido de la Tierra es una deuda que mantiene la humanidad y que en Venezuela tiene su matiz particular en medio de una emergencia humanitaria compleja, que ha derivado en la profundización de las políticas extractivistas en desmedro del medioambiente.
El biólogo y representante de la ONG Clima 21, Alejandro Álvarez Iragory, precisa que Venezuela tiene dos grandes problemas ambientales. Uno de ellos es que en el alto norte costero de Venezuela, zona que abarca desde Sucre hasta Táchira, viva 80% de la población y la disponibilidad de agua sea de menos de 20%.
Recordemos más que nunca en este Día Internacional de la Madre Tierra que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta. Promovamos la armonía con la naturaleza y la Tierra.
“Tenemos varios años con una crisis de agua muy grande y este año la crisis de agua, según algunos datos, alcanzó al 90% de la población, es decir, 90% de la población en Venezuela no recibe agua de manera regular”, detalla Álvarez, al tiempo que se refiere a zonas donde no debería haber este tipo de problemas, como el caso de Ciudad Guayana.
“Se trata de un problema que no depende de la cantidad de agua disponible, sino de factores que tienen que ver con falta de mantenimiento, de inversión, Ese problema está afectando fuertemente a la población, y es un factor que afecta la salud, la economía y la vida de todas las personas. Incluso afecta la educación, porque por una parte un grupo de niños no puede ir a clases porque en su casa no hay agua, no pueden bañarse ni lavar sus uniformes, preparar la comida correctamente, pero tampoco hay agua en los colegios”, explica el ambientalista.
El segundo problema que destaca Álvarez Iragory son las consecuencias de una minería sin controles ni regulaciones de ningún tipo. “Esa forma de hacer minería, que no es la minería que se hacía hasta hace 20 años atrás, donde sí tenía problemas ambientales pero no a la medida que tenemos ahorita, está afectando prácticamente a toda Guayana”.
Esto significa daño a los ríos. “El problema más grave es que se utiliza mercurio para separar el oro del resto de los minerales cuando vienen combinados. En este momento, hasta donde es posible saber, todos los grandes ríos de Guayana están contaminados por mercurio”, afirmó.
– ¿Cuál ha sido la magnitud de la contaminación por materiales pesados, producto de la actividad minera?
– No hay una data, pero puedo decir que un número importante, ciento de miles de personas están afectados por mercurio. No solo los que están en las zonas mineras, porque el problema más grande con el mercurio es que el desecho lo echan a un lado, con la lluvia va moviéndose y va llegando a los ríos. Dentro de los ríos ocurren efectos químicos que hacen que el mercurio se transforme químicamente en metilmercurio. Este compuesto es enormemente tóxico, mucho más que el mercurio metálico.
De acuerdo con Álvarez, la contaminación de los ríos implica a su vez la contaminación de los peces, cuyo consumo en humanos conlleva a que estos también se contaminen sin necesidad de estar en una zona minera.
“Años atrás, una asociación indígena del Caura se preocupó por esa situación y pidió estudios de su gente. Un porcentaje muy alto estaba contaminado, y 90% de las mujeres en edad fértil estaban contaminadas de mercurio. Hay datos, no corroborados, de un número muy alto de nacimientos de niños con malformaciones o niños muertos”.
– ¿Hay evidencia de que la contaminación por metilmercurio incida en los casos de nacimientos de niños con autismo o labio y paladar hendido?
– Hay evidencia que tanto casos del labio y paladar hendido, popularmente llamado labio leporino, y enfermedades que van desde el autismo, como otras de desarrollo cerebral, puede ser derivado por la contaminación por mercurio. Aún es controversial en el mundo, pero hay evidencias cada vez más grandes de que eso es un hecho. Los niños en la zona de El Callao, hasta un 60% están contaminados por mercurio.
La minería tiene un segundo efecto grave. La minería alrededor del río va creando serie de agujeros a lo largo del rio, es el ancla perfecta para que los zancudos que provocan la malaria entren de manera más rápida. Este problema se inundó por toda Ciudad Guayana y por toda Venezuela, porque hay gente que cuando la situación económica se le pone muy mala, pasa un tiempo en las minas hasta poder enviar dinero a sus familias o regresarse a sus casas, y regresan con paludismo.
Entre el resto de los problemas, incluido el de los desechos sólidos, el ambientalista destaca que “a todo el mundo se le olvidó el cambio climático, sigue ahora y seguirá ahí, y es más grande que el COVID-19”.
– Además de los daños físicos al ambiente y las afectaciones de salud a los ciudadanos, ¿qué otras consecuencias negativas trae la contaminación ambiental en Venezuela?
– Si no hay agua, no hay economía. Cualquier emprendimiento, para hacer comidita en la casa, hasta una empresa necesita agua. Si no tienes agua no tienes una industria.
Los problemas de contaminación en la cuenca del Caroní es el problema más importante que va a generar a los venezolanos, porque va a aumentar la sedimentación y va a llegar hacia todo lo que es las represas, y ese sedimento va generando desgaste masivo en las turbinas y hacen que su vida útil disminuya. El tercer efecto es que no puedes mejorar a la economía y a la gente en enfermedad.
– ¿Qué impacto puede tener uno, dos o tres meses de pandemia y cuarentena en la relación del ser humano con la naturaleza? ¿Mejorará?
– No estoy seguro. En muchas partes del mundo se está hablando de mejorías de las condiciones ambientales durante el período de cuarentena, eso no tiene nada de raro. La naturaleza tiene una capacidad muy alta de resiliencia, cuando disminuyes la presión sobre ella, mejora las condiciones, pero si no se hace constante en el tiempo, no va a ocurrir.
También se habla de que ven bichos por aquí y por allá, eso es un tema de percepción, ya estaban allí, simplemente no tenían tiempo para verlos, no se percataban, no los percibían, y ahora al no estar tanta gente ni carros, salen más.
– ¿En Venezuela ha habido una muestra similar de esos animales en las calles?
– En algunas zonas han reportado la presencia de ciertas aves que estaban en algunos sitios, que ya estaban allí pero ahora disminuye el ruido y simplemente salen un poco más, no hay un cambio real.
Lo que sí debería ocurrir es darnos cuenta que si nosotros dañamos a la naturaleza continuamente, la naturaleza en algún momento va a devolver el golpe. El COVID-19 y muchas otras epidemias son producto de malas gestiones ambientales, si seguimos haciendo mala gestión ambiental, vamos a seguir sufriendo epidemias como estas o peor.
En los últimos 50 años, las epidemias que hemos tenido son producto de mal manejo ambiental. Es momento de darnos cuenta de que la naturaleza es nuestra aliada si trabajamos con ella. Necesitamos a la naturaleza.
Para el activista de Clima 21, las prácticas en una temporada post-COVID-19 deben orientarse a que las personas con mejor situación económica deben ir hacia “un consumo responsable, adecuado, valorar lo que tenemos, y no creer que nuestra felicidad está alrededor de consumir. Debemos aprender a ser firmes en no creer que la destrucción de la naturaleza no va a generar jamás tristeza para nadie”.
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