Que un oficial pase a retiro en la llamada revolución bolivariana no es comparable con lo que significaba hacerlo antes de la llegada de Hugo Chávez al poder. Solo unos privilegiados, con riqueza de origen desconocido o corrupto, salen a disfrutar de su retiro de la institución; la mayoría engrosan la lista de los que cada determinado tiempo están resignados a buscar la bolsa de alimentos para no morir de hambre, sufrir el acceso a la asistencia médico asistencial, el que es percibido como un agente infeccioso que ya no puede entrar a las instalaciones militares y a quienes solo algunos compañeros de institución siguen respondiendo a sus llamadas telefónicas.
Por Sebastiana Barráez | Infobae
Antes de 1999 el militar que se acercaba a cumplir los 30 años de actividad se preparaba para pasar a retiro, para colgar el uniforme que solo volvía a usarlo en exclusivas ocasiones como en el matrimonio de un hijo. Hoy es otra la realidad. Mucho militar, de los incondicionales a los intereses de los jerarcas de la revolución, aspira a quedarse, aunque sea de portero en un ministerio o en una de las 22 empresas que tiene la Fuerza Armada bajo su control.
Hay militares retirados privilegiados de la revolución como Diosdado Cabello que gozan de vivienda dentro del Fuerte Tiuna para él y su familia, protegidos por numerosas escoltas pagados por el Estado venezolano, con una oficina en Los Próceres, con personal también pagado con el erario, con un programa de televisión en un canal del Estado, vehículos, fincas, empresas. Es una de las excepciones.
Un puñado de los que pasan a retiro, y que gozan de la sombra de algún jerarca político, son reincorporados como activos, para así profundizar el desequilibrio piramidal de la institución.
Otros salen de la institución castrense con un capital hecho a la sombra de la corrupción, negocios obtenidos en el ejercicio de sus funciones, cuando deberían haber estado a dedicación exclusiva de la Fuerza Armada.
La gran mayoría pasará a ser una especie de paria para la institución e incluso para la sociedad civil, donde los militares en los últimos 20 años han perdido todo el prestigio y el respeto del que gozaban antes de la revolución. Cuando salen a la calle y dejan de tener las obligadas gríngolas que les impone la institución puertas adentro, cuando se abre el abanico más allá de los medios de prensa de propaganda del Gobierno, los golpea la realidad de lo que sucede en el mundo civil.
Militares retirados que se han atrevido a reclamar por los derechos de salud, por los que pagaron durante su vida activa, han sido tratados con desprecio por autoridades de la institución a la que sirvieron algunos por 30 años.
En julio 2023, con 18 resoluciones firmadas por el Ministro Vladimir Padrino López, pasaron a retiro a oficiales de los cuatro componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
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