En Venezuela, un tercio de los niños menores de dos años tienen desnutrición crónica, según el Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria. El problema es más profundo en zonas pobres del país donde la alimentación se limita a harinas y granos.
Por Adriana Núñez Rabascall – Voz de América
Francis y cuatro de sus hijos tienen alrededor de 3 kilos por debajo del peso ideal. La única fuente de ingresos del hogar es su esposo quien gana 40 dólares por mes.
«Yo quisiera que estuvieran como otros niños, gordos. Mis hijos no tienen el peso como tiene que ser por la mala alimentación que ellos tienen», expresa.
Como ella, 9 de cada 10 venezolanos confiesa no tener dinero suficiente para comprar alimentos, según la Encuesta de Condiciones de Vida, elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello, en 2020.
«Lo que compro es medio cartón de huevos, una mortadela y ya», dijo.
Sobreviven con los paquetes de harina, pasta, arroz y granos que vende el gobierno por menos de medio dólar y gracias a programas independientes que brindan almuerzos diarios en barrios pobres. Pero cuando estas alternativas no están disponibles, el hambre los golpea.
» Lo que había se los daba a ellos y yo me acostaba con un vaso de agua, porque no tenía nada de comer», relata Francis.
Lo que vive su familia forma parte de una estadística: 35 por ciento de los niños venezolanos menores de dos años presentan desnutrición crónica, caracterizada por retardo en el crecimiento, según el Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria.
«Todos están sufriendo. Todos, claro, obviamente, las consecuencias más dramáticas las vas a ver en los grupos más vulnerables, que son los niños menores de 5 años. Yo acabo de ver un niño que tenía casi 6 añitos y parecía que tuviera dos».
Cinco años es justo la edad del hijo de esta mujer. Desde que nació, fue diagnosticado con desnutrición grave y aún no logra recuperar peso.
«A él le hace falta hierro, lo que es carne, alimentos… Todo eso no se lo he puedo comprar, porque él lo que está pesando son 14 kilos. ¿Y cuánto debería pesar? Debería pesar como unos 18 ó 17 kilos», Expresa Belkis Ibarra, otra madre venezolana.
Las precariedades han forzado a las familias a tomar decisiones poco saludables.
«Las madres los dejan dormir más, se despiertan más tarde. Se hace una comida que es como un desayuno – almuerzo. El desayuno se ha sacrificado muchísimo», dijo Marianella Herrera, Miembro Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria.
El Observatorio de Seguridad Alimentaria advierte que las embarazadas están entre la población más vulnerable a sufrir desnutrición, y por tanto, corren el riesgo de dar a luz a niños con talla y peso bajos.
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