El encuentro estaba previsto a las ocho de la mañana, pero a las seis en punto *Mónica se comunica con Voz de América y advierte: “no vengas, es mejor no arriesgarse, se escuchan muchos disparos, no se de dónde provienen, esto tiene rato”.
Por Carolina Alcalde / vozdeamerica.com
Las megabandas armadas que causan terror en la parroquia La Vega, una zona popular del oeste de Caracas, obligan a nuevamente a los vecinos a “tirarse al piso” para protegerse.
En la zona, aledaña a la Cota 905, una carretera que conecta a varias parroquias del sur de Caracas y que todos ubican como centro de operaciones de una de las bandas delictivas más consolidadas de la capital, desde hace meses, al igual que el agua o el gas, escasea la paz.
“Vivir este día a día es algo inexplicable, es vivir con miedo. Ya no sabes si el temor es por el malandro o por el policía. La inseguridad la tenemos hasta dentro de nuestros hogares, hemos tenido muchas personas conocidas que han muerto por balas perdidas”, relata Mónica vía telefónica a VOA tras suspender dos visitas ante la situación en la zona.
“Nos tenemos que tirar al piso, porque las detonaciones son tantas y tan fuertes que uno ya no sabe ni siquiera dónde son, porque son los cuatro puntos cardinales de donde ellos disparan. Es algo inaudito, inexplicable. Aquí han tirado hasta granadas”, cuenta.
Pero ¿por qué las balaceras? No hay información oficial y en la comunidad no lo tienen claro, pero creen que pudiese ser por enfrentamientos entre bandas o que sus integrantes disparan al aire para demostrar su poder.
Esta habitante de La Vega, que accede a narrar su testimonio siempre y cuando se proteja su identidad, dice que durante años la policía resguardaba a la comunidad, pero “ya no”. Afima que cuando las fuerzas de seguridad intentan ingresar quieren “hasta arremeter contra la misma comunidad”, por lo que dice no saber quién los resguarda.
“La policía entra supuestamente a combatirlos, pero al ellos entrar esto agarra como más fuerza, es cuando más comienzan a disparar”, manifiesta.
Los antecedentes
En 2013, sectores del gobierno promovieron las denominadas “Zonas de Paz”, un programa que despejaba ciertas áreas de la presencia de funcionarios policiales y/o militares en ejercicio de sus funciones.
“Lo que ocurrió es que el Gobierno terminó fomentando y fortaleciendo a las bandas criminales que eran los sistemas más poderosos dentro de las áreas de despeje”, explica Javier Ignacio Mayorca, periodista especializado en criminalística y miembro del Observatorio Venezolano del Crimen.
Para Mayorca, el programa de “Zonas de Paz” fue concebido “sin una verdadera intención de fomentar la formación de tejido institucional”.
Posteriormente, la Operación de Liberación del Pueblo (OLP), una serie de operativos policiales que comenzaron a desplegarse a mediados del 2013 y que, según el gobierno, han marcado un descenso constante de la delincuencia en el país, marcó otro capitulo de violencia en Venezuela.
“Las OLP estaban inspiradas en modelos de acción que se habían aplicado en favelas de Río de Janeiro, pero también en comunas de Medellín. En esos casos, al principio, había una fase de tomas compulsivas del territorio, en procesos que en algunos casos dejaba muchos muertos, una presencia de policía militarizada muy fuerte, pero después estos procesos de toma compulsiva daban paso a otros de consolidación institucional. Esto no sucede en las OLP venezolanas”, añade el especialista.
“El interés no era fomentar el tejido institucional sino hacer parecer que se hacía algo en materia de seguridad ciudadana. Simplemente estaban atendiendo a lo que era un clamor de la población acogotada por la inseguridad que el propio régimen había creado”, sostiene Mayorca.
Se trata de operativos que han generado innumerables denuncias de violaciones a los derechos humanos.
Incluso, en el informe publicado posterior a su visita a Venezuela en 2019, la Alta Comisionada para Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, hizo referencia a “casos de ejecuciones extrajudiciales perpetradas por fuerzas de seguridad” en el contexto de operaciones de seguridad.
Video VOA
Al menos 11.891 muertes violentas se registraron en Venezuela durante el 2020 según el informe anual del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), que continúa ubicando a Venezuela como el país de América Latina donde se registran más muertes violentas.
De acuerdo al texto, de las 11.891 muertes violentas, 4.231 ocurrieron con el argumento de “resistencia a la autoridad” y, en comparación con el 2019, cuando se produjeron unas 16.506 muertes violentas, en 2020 hubo una “importante disminución” como consecuencia de la migración masiva de venezolanos.
Según Monitor de Víctimas, solamente en casos asociados a bandas armadas en Caracas en 2020, registraron 70 muertes por ajuste de cuenta o venganza y 92 casos de muertes vinculadas con robo.
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