El príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, ha muerto a la edad de 99 años, según ha informado este viernes el palacio de Buckingham. Con profundo dolor, su majestad la reina anuncia la muerte de su amado esposo, su alteza real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo», ha anunciado el Palacio de Buckingham en un comunicado.. «Su alteza real ha fallecido en paz esta mañana en el Castillo de Windsor», precisa la nota.
Por El Periódico
El marido de la reina Isabel II pasará a la historia como el hombre que caminaba varios pasos detrás de su esposa. Fotografiado en miles de ceremonias, con un impecable uniforme naval o un traje de Saville Row, nunca dejaba la habitación antes que la soberana lo hiciera. De profesión consorte, figurar en segundo plano durante el más largo reinado en la historia de Inglaterra ha sido su papel en la vida. Una misión marginal, para quien no fue ni padre amantísimo, ni marido fiel, ni tampoco el hombre de acción que presumía en su muy lejana juventud.
“No puedo aguantar mucho más”, declaró en tono irónico, cuando en mayo del 2017 anunció la jubilación y el fin de las tareas oficiales. Había participado, según el balance que se publicó entonces, en 22.000 compromisos públicos y había pronunciado más de 5.000 discursos. Era el resumen de siete décadas de ‘servicios’ a la Corona, por el que su esposa se decía reconocida. Considerado durante largo tiempo como un intruso extranjero por el ‘establishmen’t, los británicos le toleraron, aunque no apreciaron las salidas de tono, su talante malencarado y arrogante. Con los años se había convertido en una figura de otra época, un fantasma del pasado.
Sin raíces, ni familia
El príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca había nacido en la isla de Corfú. El único varón y el más joven de los cinco hijos de la princesa Alicia y el príncipe Andrés, de origen germano-danés. Eran ‘royals’ de segunda fila, sin fortuna alguna. Su infancia fue caótica, sin raíces, ni hogar. Poco después de su nacimiento, tras un golpe anti monárquico, la familia debió refugiarse en París, donde vivió con la ayuda de unos ricos allegados.
La madre acabó en una institución psiquiátrica, cuando el niño tenía ocho años. Su educación fue una sucesión de internados, en Francia, Inglaterra y Alemania y en la escuela de Gordonstoun, en Escocia. Era malo en los estudios, bueno en los deportes y pronto comenzó a despuntar el adolescente macho alfa, ocioso, juerguista y amante de las bellezas femeninas, que definiría en buena medida su estilo como adulto. La carencia de relaciones afectivas o de figura paterna marcaría la distancia que tendría con sus propios hijos.
Aburrimiento y currículo extramarital
Patrón y presidente de 800 organizaciones, el duque no escondió el tedio que le provocaba tanta recepción, las horas de conversaciones educadas y vacías, tanta sonrisa y protocolo. “Creo que se aburre con todo el asunto real”, diría uno de los secretarios de la reina. “Todo eso de las recepciones, el dar la mano, no era algo que le fuera en absoluto”. Su vida encorsetada en los actos oficiales la amenizaba con una existencia lujosa y privilegiada alternando partidos de polo, competiciones de vela, cacerías y un currículo extramarital, de cuyos rumores se hacía eco sobre todo la prensa extranjera.
Una ‘royal collection’ de affaires de los que nunca hubo fotos o pruebas inculpatorias. Escándalos con sordina, mientras en voz baja se hablaba de crisis matrimonial, del hartazgo de la reina con el mal humor de su marido, los desplantes, las bromas misóginas y racistas en público y en privado. “No me interesa lo que vayan a poner en mi tumba”, dijo en una ocasión.
Sin legado
El interés de la Corona prevaleció. No hubo divorcio, ni exilio. Isabel II dejó en manos de un marido poco dado a afectos y cariños las decisiones sobre los hijos. Siempre encontró decepcionante el carácter dubitativo, demasiado sensible de Carlos. Sería su insistencia la que llevó al príncipe de Gales a casarse con Diana Spencer, a pesar de los avisos de que la pareja tenía poco, o nada en común.
A punto de cumplir un siglo, Felipe de Edimburgo ha salido de escena sin dejar un legado digno de ser recordado. El duelo nacional será limitado.
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