En la recién finalizada asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) se puso en relieve el tema de la migración venezolana, la segunda más alta del mundo, solo superada por la de Siria, una nación sacudida por 8 años de guerra civil. Así lo reseña Infobae.
Sin sufrir un conflicto bélico abierto, los migrantes venezolanos son más de cuatro millones hasta el primer trimestre de 2019 -el 13% de su población- según estimaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiado (Acnur). Investigadores de la OEA avalan este dato y añaden que se la cifra se puede elevar a 5,3 millones para fines de año.
De continuar la tendencia, para 2020 los migrantes venezolanos serían 8 millones.
Las migraciones se iniciaron al poco tiempo de haberse instalado el gobierno del ex presidente Hugo Chávez. Las clases altas salieron principalmente a Estados Unidos, España y Panamá.
Una segunda oleada migratoria se evidenció desde 2003, año en que la industria petrolera venezolana se quedó sin 20 mil de sus profesionales y técnicos. Norteamérica fue el destino predilecto.
El tercer lote comenzó a sentirse en 2014, justo al año del mandato de Nicolás Maduro. En este, hay profesionales y técnicos y una gran cantidad de gente que no culminó la educación secundaria o la universidad. La gran mayoría viaja a Sudamérica, una región donde el tema de la migración venezolana preocupa a los líderes de la región.
La crisis política, social y especialmente la económica alimenta a la diáspora criolla. Y la certeza, para muchos, de que no habrá un cambio radical en el modelo político que impera en el país estimula la estampida.
Los buenos clientes
“El venezolano es muy buen cliente. Manda a buscar a su gente anclada en Venezuela y paga por adelantado los servicios de buses que se ofrecen en varias ciudades del país. Desde Caracas, Maracaibo y Valencia salen muchísimos. Desde hace meses no cobramos nada en bolívares sino en dólares o en pesos colombianos. Manejamos cuentas bancarias en Ecuador y Colombia. Nos depositan y de inmediato emitimos los boletos de bus. Y el viaje es a Chile, Perú o Argentina, manejamos los servicios de envío de dinero de empresas internacionales”, explica a Infobae Luis Rosales un vendedor de una línea de buses que conecta a Caracas con el sur.
Son viajes de días y semanas enteros, “Un Caracas – Bogotá puede costar 260 dólares directo. Solo hay que pasar por migraciones Colombia y cambiar de bus en la ciudad de Cúcuta. Para Cali o Rumichaca (frontera entre Ecuador y Colombia) el boleto puede costar 330 dólares. Los precios pueden subir pero todo dependerá de los servicios que desee el cliente; pernocta nocturna en la ciudad fronteriza que desee, comidas o bebidas”.
Para Perú, Chile y Argentina, los boletos oscilan entre 400 y 650 dólares. “La imposición de visas a los venezolanos por parte de los gobiernos de Chile y Perú frenó un poco el negocio”, admite Rosales.
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“Pero ya la gente se está organizando, van a pedir visas y seguirán saliendo, con o sin pasaporte. He vendido muchos boletos a gente que solo porta su cédula de identidad. Maduro no pudo evitar la fuga de venezolanos con el cierre de la frontera con Colombia. Seguían saliendo por las trochas (caminos verdes) y se montaban en el primer bus que los sacara de Cúcuta”, dijo el entrevistado.
Haciendo escalas
Salir de Venezuela por vuelos comerciales también es un desafío. El que tiene la posibilidad de hacerse de un boleto aéreo debe buscar en las 10 empresas internacionales que aún trabajan en el país.
“En 2014 eran 32 las líneas aéreas que ofrecían unos 53 mil asientos semanales a los viajeros. En 2019 la cifra bajó a sólo 19 mil. El sector aeronáutico también está en crisis y eso lo evidencia la poca oferta que se brinda a los usuarios. De los 61 terminales que hay en el país, solo funcionan 21”. Así lo informó a Infobae Humberto Figuera, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas de Venezuela –ALAV-.
“Cada día es más difícil viajar desde Venezuela. Muchas empresas importantes se fueron del país debido a una cuantiosa deuda que mantiene el gobierno bolivariano con ellas. Otras no tienen en sus planes a un país en recesión”, explicó el ejecutivo.
Para enlazar a Venezuela con América y Europa es preciso hacer varias escalas: Panamá, Bogotá, República Dominicana y Trinidad y Tobago. Solo tres empresas van directo al Viejo Continente, cuatro de los siete días de la semana.
El contacto con las cercanas islas del caribe como Aruba, Curazao y Bonaire está clausurado desde febrero, cuando Nicolás Maduro ordenó el cierre de la frontera aérea y marítima, para evitar el ingreso a Venezuela de la ayuda humanitaria que estaba almacenada en varios centros de acopio habilitados.
Y las sanciones del gobierno de los Estados Unidos al de Maduro paró en seco las conexiones entre Caracas y Miami, un destino muy popular entre la diáspora venezolana.
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“Este fue un duro revés para la industria nacional pues se afectó el destino natural del venezolano desde hace muchos años. Salir del país en este año 2019 es más caro y más engorroso. La desconexión del país no se va a revertir rápidamente”, explicó a Infobae el empresario turístico Reinaldo Pulido.
Señala que “se supone que los americanos tomaron esa medida por motivos de seguridad y tememos que la UE asuma la misma decisión de no permitir vuelos directos desde Venezuela a Europa. En ese caso, quedaríamos desconectados del mundo“.
Con información de Infobae.