La deportación masiva de inmigrantes ilegales parece ser la solución a una enorme crisis que afecta a Estados Unidos. A pesar de ello, criminales como la banda venezolana del Tren de Aragua seguirán llegando al país si no se abordan las causas profundas de la migración.
Las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua han jugado un papel clave en la creación de la crisis migratoria. Lo que sucede en esos países tiene un impacto directo en esta crisis. Desde 2023, los tres regímenes promovieron una estrategia perfecta.
Cuba envió al pueblo, la dictadura de Venezuela puso la aerolínea CONVIASA y Nicaragua facilitó la ruta gratuita por el aeropuerto de Managua. Así fue como miles de migrantes iniciaron un éxodo masivo desde allí hacia la frontera sur de EE.UU. No se trata de la migración natural de antaño, sino de una crisis creada por el hombre.
Venezuela utiliza la migración como arma de extorsión contra EE.UU. La banda del Tren de Argua, vinculada a la dictadura venezolana, ha logrado penetrar con drogas y delincuencia en 16 estados de América. Es un problema de seguridad nacional pero también de política exterior.
El pasado mes de julio estalló una nueva crisis económica en Cuba. Apagones interminables, devaluación acelerada de la moneda, escasez de alimentos y represión brutal proporcionaron el combustible perfecto para un aumento de la emigración.
La migración es una buena fuente de ingresos para los tiranos, porque más migrantes significan más remesas para los gobiernos autoritarios. En 2023, Nicaragua recibió casi 5.000 millones de dólares en remesas y se espera una cantidad mayor para finales de este año.
La estrategia acelerada implementada por Cuba, Venezuela y Nicaragua ha causado efectos devastadores y visibles en regiones tan distantes como el sur de Texas, Nueva York y Massachusetts. Pero en el corto plazo, traerá más remesas a esos países. Así es como se mantiene viva una dictadura.
Cuba, Nicaragua y Venezuela han presentado con éxito la falsa narrativa de que las sanciones son la gasolina que impulsa la migración. Nada podría estar más lejos de la verdad, pero el manual todavía se vende y se vende bien entre algunos intelectuales y políticos.
La represión, la exclusión y el enriquecimiento ilícito de las élites gobernantes en Managua, La Habana y Caracas son las principales causas de la emigración forzada y desesperada. Siete millones de exiliados venezolanos son prueba viviente de esta tragedia provocada por el hombre.
Según la Casa Blanca, la situación en Nicaragua y Venezuela “sigue planteando una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”.
El año pasado, las tres dictaduras recibieron al expresidente de Irán, Ebrahim Raisi, y al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Estas dictaduras también mantienen una cooperación muy estrecha con China y vínculos diplomáticos con Corea del Norte.
Aunque la anunciada política de deportaciones masivas busca restablecer el orden público en la frontera estadounidense, la política exterior hacia Cuba, Nicaragua y Venezuela seguirá siendo primordial. La migración no puede desvincularse de la seguridad nacional y la política exterior.
Urge una atención específica y clara hacia estos regímenes, considerados como una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad. En función de ello, se debería crear una subsecretaría especial que brinde atención específica y seguimiento detallado de estos regímenes. Un problema inusual requiere una respuesta inusual.
Sería fundamental considerar una estrategia económica y comercial para presionar por cambios significativos en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Este no es un buen momento para eliminar sanciones a cambio de migrantes. Un acuerdo de esta naturaleza resolverá solo un problema temporal.
Es fundamental evaluar e incluso suspender los privilegios de las dictaduras que aún disfrutan de los beneficios del sistema monetario internacional, del dólar estadounidense, del turismo y del libre comercio con la nación más poderosa del planeta.
La hemorragia migratoria es síntoma de un problema mucho mayor. Este es el momento adecuado para solucionarlo, antes de que el Tren de Aragua se lleve más vidas inocentes.
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