Clima 21 y Mulier Venezuela presentaron el pasado miércoles 27 de septiembre un informe sobre los efectos del deterioro ambiental en los derechos humanos de las mujeres venezolanas.
Estefanía Mendoza, cofundadora y coordinadora de Planificación, Programas y Proyectos de la ONG Mulier, discutió los aspectos más destacados del mismo en una entrevista con la periodista Carlota Rojas en el programa Háblame Bajito de Radio Fe y Alegría Noticias.
Mendoza indicó que en el informe se destacan dos aspectos fundamentales: La Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco (AMO) y la aceleración de la explotación de carbón en el estado Zulia.
Ambas causan problemas socioambientales y afectan especialmente a grupos tradicionalmente vulnerables, como mujeres, personas en situación de pobreza, niños y niñas, comunidades indígenas y campesinas, así como personas discapacitadas.
Arco Minero del Orinoco
De acuerdo con sus hallazgos, los grupos armados que están presentes en el AMO imponen orden y control a través de la violencia y la coerción, siendo las mujeres las principales víctimas de explotación laboral y sexual.
“Una consecuencia directa en las comunidades indígenas es que tengan que desplazarse o pierdan sus medios de vida originarios, lo cual tiene un alto costo para sus vidas y sus costumbres”, resaltó Mendoza.
No obstante, la minería también se relaciona con la expansión acelerada de enfermedades endémicas como la malaria en la región amazónica venezolana y en todo el territorio nacional. Sin dejar de mencionar la alta contaminación por mercurio que puede producir desórdenes neurológicos al feto de una embarazada.
“Los niños y niñas tienen papeles particulares en las minas, ya que muchas veces se les usa para adentrarse en espacios en los que un adulto no puede entrar por su contextura, quedando expuestos al riesgo de quedar tapiados en un derrumbe y asfixiarse”, agregó.
Servicios públicos
Según Mendoza, también comprobaron que la falta generalizada de servicios públicos incide diferenciadamente en mujeres, niños y niñas.
Por un lado, la ausencia de gas doméstico las obliga a cocinar con leña, lo que afecta su salud pulmonar y contribuye a la deforestación; mientras que la escasez de agua potable hace que dediquen gran parte de su tiempo a su búsqueda, lo que afecta su salud mental al lidiar con la carga de gestionar la cotidianidad sin las condiciones mínimas requeridas.
Mendoza advirtió que muchas niñas faltan a clases y dejan de participar en actividades recreativas y deportivas por no tener agua potable para asearse.
A pesar de algunos esfuerzos de organizaciones para prestar asistencia a las comunidades indígenas aledañas al AMO, la integrante de la ONG Mulier reiteró la necesidad de que el Estado venezolano asuma su responsabilidad en la garantía de derechos en estos espacios.
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