Las diversas restricciones establecidas por los gobiernos desde marzo de 2020 con la intención de evitar la propagación del COVID-19, que ya causó 127 millones de contagios y más de 2,78 millones de muertes a nivel mundial, según el Coronavirus Resource Center de la Universidad de Johns Hopkins, pueden ser particularmente difíciles para los adolescentes, quienes dependen, en gran medida, de los vínculos sociales y, especialmente, con sus pares, para obtener apoyo emocional.
Para la mayoría de los padres (73%) de adolescentes que tienen entre 13 y 18 años, la pandemia de coronavirus está teniendo un impacto muy o algo negativo en la capacidad de sus hijos para interactuar con sus amigos, ya sea por la limitación en las clases presenciales, así como por la falta de espacios de relacionamiento con sus padres. Casi la mitad de los padres (46%) advierte percibir una condición de salud mental nueva en sus hijos -o su empeoramiento, en el caso de que ya hubiera sido detectada previamente- desde el comienzo de la pandemia.
Los datos surgen de la Encuesta Nacional sobre Salud Infantil del C.S. Mott Children’s Hospital, realizada recientemente. El sondeo, llevado adelante en los Estados Unidos, consultó a una muestra de padres sobre el impacto emocional que las restricciones por la pandemia tuvieron en sus hijos.
Diferencias por género
El informe refleja algunas diferencias en el impacto de la pandemia entre mujeres y varones adolescentes. Es que, según los resultados, son más los padres de chicas que de chicos quienes notan un aumento en la ansiedad y de la preocupación (36% frente al 19%) o la depresión y de la tristeza (31% frente al 18%).
Al contrario, proporciones similares de padres informan cambios negativos en el sueño de sus hijos (24% frente a 21%), alejamiento de la familia (14% frente a 13%) y comportamiento agresivo (8% frente a 9%).
Al describir cómo los adolescentes se han estado conectando con sus compañeros y amigos en los últimos meses, muchos padres aseguraron que la vía de contacto fue a través de mensajes de texto y chats (64%), uso de redes sociales (56%), juegos online (43%) y charlas telefónicas ( 35%), todos los días o casi todos los días. Pocos padres, en tanto, reconocieron que sus hijos adolescentes hayan tenido reuniones presenciales con amigos todos los días o casi todos los días en espacios cerrados (9%) o al aire libre (6%).
Los adultos que notan cambios negativos en la salud mental de sus hijos adolescentes aseguraron haber acudido a diversas estrategias con la intención de ayudarlos. La mitad (52%) intentó relajar las reglas y protocolos familiares impuestos para evitar los contagios, de modo de permitir que su hijo pudiera tener más contacto con sus amigos; la mayoría de ellos (81%) aseguró que esta alternativa ayudó a mejorar el ánimo.
Del mismo modo, casi la mitad de los padres (47%) apuntaron a relajar las reglas familiares sobre el uso de redes sociales; una acción que fue positiva para la mayoría (70%). Por otra parte, un tercio de los adultos (34%) dijo haber acudido a hablar con maestros o consejeros escolares, algo que ayudó en poco más de la mitad (57%) de los casos.
En tanto, el 29% de los padres buscó ayuda profesional en el ámbito de la salud mental, algo que ayudó en el 74% de los casos. Un tercio de los padres (32%) informó que buscó información en Internet (y el 58% reconoció haberle sido de ayuda), mientras que una cuarta parte de los padres (25%) aseguró que recomendó a su hijo a inscribirse en algún programa de ayuda para la salud mental a través de la web o de alguna aplicación. El 60% dice que el resultado fue positivo.
No es la primera vez que el C.S. Mott Children’s Hospital lleva adelante este tipo de relevamientos en lo que va la pandemia de COVID-19. A fin de diciembre, la Encuesta Nacional de Salud Infantil 2020, Top health concerns for kids in 2020 during the pandemic, indagó acerca de los principales problemas de salud de los niños y adolescentes estadounidenses de hasta 18 años. Entre las preocupaciones destacadas por los padres encuestados sobre la salud de sus hijos fueron: uso excesivo de las redes sociales / tiempo de pantalla (72%); bullying / cyberbullying (62%), seguridad en Internet (62%), alimentación poco saludable (59%), depresión / suicidio (54%), falta de actividad física (54%), estrés / ansiedad (54%), tabaquismo (52%), beber o consumir drogas (50%) y COVID-19 (48%).
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