“El negocio de la industria tabacalera no es el cigarrillo, es la nicotina”, advirtió la doctora Adriana Blanco Marquizo, jefa desde 2020 de la Secretaría del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT), y alertó que los vapeadores -o cigarrillos electrónicos o, según su nombre más científico, sistemas electrónicos de administración de nicotina- están generando una nueva generación de adictos a esta droga que “tiene efectos en el desarrollo cerebral, especialmente en los jóvenes”.
Adriana Blanco Marquizo, médica uruguaya al frente de la Secretaría en Ginebra que supervisa la implementación del tratado internacional aprobado en 2003 y ratificado por más de 180 países para luchar contra el consumo de tabaco, dialogó con Infobae sobre la epidemia de tabaquismo y repudió que las tabacaleras ahora utilicen sus vapeadores para introducir a los jóvenes a una nueva forma de consumir nicotina y quieran “convencer” de que esos productos son menos dañinos que los cigarrillos convencionales. “La tabacalera no se preocupa por la salud pública, se preocupa, como la mayoría de las industrias, por sus ganancias económicas”, remarcó.
La doctora también se refirió a la nueva campaña de la Organización Mundial de la Salud que llama a todos los gobiernos a cambiar los cultivos de tabaco por otras plantaciones y dijo que espera que Brasil -el tercer mayor cultivador de tabaco del mundo, después de China y la India, con más de 355.000 hectáreas dedicadas a ello- refuerce sus iniciativas para combatir el tabaquismo. “El cambio de gobierno allí probablemente va a reorientar las políticas”, estimó.
Además, señaló que le genera “mucha expectativa” que Argentina esté considerando la ratificación del CMCT porque “realmente es mejor estar en las discusiones que estar afuera de ellas”, porque se encuentra entre los tres mayores cultivadores de tabaco en el continente americano y porque precisa adoptar estas medidas de reconversión de las tierras para lograr un menor impacto ambiental, para mejorar las condiciones de los personas que trabajan esos cultivos y para mantener terrenos fértiles para alimentos y no para sembrar tabaco.
-El próximo 31 de mayo se celebrará, como todos los años desde 1987, el Día Mundial Sin Tabaco. ¿Cómo es la campaña que presentará la OMS en esa fecha para promover la lucha contra el tabaquismo?
-La iniciativa de este año está centrada en el cambio del cultivo de tabaco por otros cultivos. La idea es “cultivemos alimentos, no tabaco” y lo que busca es enfrentar dos problemas: la inseguridad alimentaria, que desafortunadamente se ha visto incrementada con la pandemia y diversas crisis mundiales que se están viendo, y el problema del cultivo del tabaco, que es muy dañino para el medio ambiente y además mantiene a los cultivadores en un régimen de pobreza y de riesgos para su salud que realmente queremos cambiar.
-¿Cuáles son sus propuestas para buscar este cambio?
-Básicamente son llamar a los gobiernos a pensar en cómo apoyar a los cultivadores en este cambio de cultivos y cómo terminar con todas las políticas que tienden a fomentar el cultivo del tabaco. Aún muchos países tienen subsidios para el cultivo del tabaco, lo cual no es lo que buscamos en este momento.
-En la región latinoamericana, ¿observa que hay naciones que estarían más dispuestas a lograr estas reformas?
-Entre los países que tienen cultivos de tabaco, que no son demasiados en la región de las Américas, podría destacar a Brasil, que ya ha tomado medidas en este sentido y es sede de uno de nuestros centros de conocimiento que va a ser premiado en el próximo Día Mundial Sin Tabaco por promover los medios de vida económicamente sustentables para los cultivadores y la protección del medio ambiente. En Brasil ya hay una historia de reconversión de los cultivadores de tabaco para otros cultivos, por tanto supongo que ahora va a intentar retomar este tema que había comenzado hace un tiempo. Argentina también es un cultivador importante y aún no es parte del convenio de la OMS, pero sé que en este momento hay un proyecto de ley en el Congreso considerando su ratificación.
-En Brasil hubo un cambio de gobierno este año, ¿cree que esto ayudará a cambiar significativamente el proceso allí?
-Justamente en estos días tuve una entrevista con la Ministra de Salud de Brasil en el entorno de la Asamblea Mundial de la Salud y ella manifestó su total apoyo a continuar con todo lo que tiene que ver con las medidas de control de tabaco. Brasil ha sido un pionero en este asunto, incluso en las negociaciones del convenio, y creo que sí, que el cambio de gobierno probablemente va a reorientar las políticas en favor del control del tabaco.
-¿Durante el gobierno de Jair Bolsonaro hubo retrocesos en esta materia?
-No podría decir si hubo retrocesos, pero por lo pronto hubo una participación menos activa, digamos, del país. Pero creo que ahora se retomarán algunas de las medidas.
-En noviembre de este año se van a celebrar dos importantes eventos en Panamá: la décima sesión de la Conferencia de las Partes del CMCT y la tercera sesión de la Reunión de las Partes del Protocolo para la Eliminación del Comercio Ilícito de Productos de Tabaco. ¿Podría anticipar qué temas se discutirán allí?
-Sí, hay algunos temas que ya están claros en la agenda, como el plan de trabajo para la Secretaría del CMCT el próximo período interseccional o la discusión de medidas que van más allá de lo que el convenio estipula, que es lo que considera su artículo 2.1. Se van a discutir unas nuevas directrices en publicidad transfronteriza y en la aparición del consumo de tabaco en redes sociales y en medios de entretenimiento digital. También se discutirán algunos otros temas de los nuevos productos de tabaco, el intercambio de información sobre productos ilícitos que entran en los países y las acciones que hemos realizado para apoyar la implementación del protocolo.
-El CMCT fue aprobado por la Asamblea Mundial de la Salud en 2003, su entrada en vigor se produjo en febrero de 2005 y es uno de los tratados más respaldados de las Naciones Unidas. En estas casi dos décadas de trabajo, ¿qué avances se observaron en la lucha contra el tabaquismo?
-En el último informe de tendencias en el consumo de tabaco que publicó la OMS, en 2021, se detectó por primera vez una disminución del número absoluto de fumadores. El descenso no es inmenso, pero viene bajando sostenidamente, lo cual es muy auspicioso. También se han pasado legislaciones que cumplen con los mandatos del CMCT en muchísimos países. Las naciones que han ratificado el convenio cubren más del 90% de la población y hay un avance en la implementación de muchas medidas como, por ejemplo, las de ambiente libre de humo, las advertencias sanitarias en los productos de tabaco o ahora el empaquetado genérico. Algunas otras acciones que son muy efectivas lamentablemente no están tan implementadas como el tema del aumento de los impuestos o la prohibición completa de la publicidad.
-Suiza anunció recientemente que prohibirá las publicidades de tabaco en la prensa escrita, en el cine, en estadios y en páginas web que no tengan control de acceso por la edad. ¿Considera que más países podrían actuar de la misma manera?
-La medida de Suiza es bienvenida, sobre todo porque tampoco es parte del convenio aún. Y obviamente que aquellos países que aún no tienen este tipo de restricciones sí pueden seguir este ejemplo. Pero hay naciones con medidas más completas, que tienen una total prohibición de la publicidad en todos los medios más la prohibición de todo tipo de promociones y sponsorización de parte de la industria. Y lo que también es importante es que estas prohibiciones de publicidad no tienen que estar limitadas a aquellos medios que teóricamente son solamente para adultos, porque todos sabemos que es muy difícil impedir que los menores accedan a ellos, aunque tengan control de edad. Y el mero hecho de restringir cualquier cosa que tenga que ver con el tabaco a los adultos es en sí misma una forma de entusiasmar a los adolescentes. Porque, bueno, cuando uno es adolescente quiere ser adulto y realmente es una forma de hacerlo atractivo, sobre todo porque pone esto como de prohibido, “a ver si puedo pasar, a ver si puedo lograr entrar acá a pesar de que no tengo la edad”. Entonces lo ideal es lo que el artículo 13 del convenio y las guías para la implementación del artículo 13 piden, que es una prohibición completa, total, en todos los horarios, en todos los medios, para todos los públicos de todos los tipos de publicidad de productos de tabaco.
-En los últimos años, el consumo en los jóvenes ha estado muy vinculando al aumento de los vapeadores o cigarrillos electrónicos. ¿Cuál es el riesgo de la expansión de este nuevo tipo de productos?
-Específicamente el problema es que los jóvenes están siendo introducidos a una nueva forma de consumo de la droga que es la nicotina. Y remarco que, indiferentemente de si este producto es un derivado de tabaco o no, tiene nicotina.
La nicotina es una droga adictiva que tiene efectos en el desarrollo cerebral, especialmente en los jóvenes, además de los efectos que tiene en la salud cardiovascular y en otras áreas del cuerpo. El problema más grave es que la industria tabacalera es dueña de muchas marcas de estos cigarrillos electrónicos y quiere convencer de dos cosas. Una es la idea de que estos productos son mucho menos dañinos que el cigarrillo, lo cual aún es difícil de probar porque no tenemos tantos años de consumo de estos productos como se tiene de los cigarros. La ciencia aún no está definida en cuáles son los riesgos, porque si bien hay menos exposición a algunas sustancias que están en el cigarrillo, sobre todo las que tienen que ver con la combustión, la exposición a menos cantidad de sustancias no quiere decir que el riesgo de la enfermedad sea menor.
Lo peor es que hay un estudio, que se produjo en el Reino Unido, que dice que son 95% menos dañinos aunque en realidad no hay una base científica que diga cómo se produjo ese número. Fue aparentemente un grupo de expertos que se reunió y llegó a una conclusión del 95% que no está apoyada en investigaciones que puedan demostrarlo. Hoy en día la OMS, que es la autoridad mundial en salud, está haciendo diversos análisis de estos productos y todavía no puede concluir con certeza que sean menos dañinos.
Y la otra idea que quiere hacer creer la industria es cuando dice que está fabricando estos productos solamente para ayudar a los fumadores. Es decir, quiere solucionar un problema que originó. Y el tema es que mientras dice que su público objetivo son aquellos que quieren cambiar a estos productos o quieren usarlos para dejar de fumar, la realidad es que el foco de la promoción son los jóvenes. Porque se puede apreciar que estos productos son mucho más atractivos para los jóvenes que para los adultos, con diversos sabores como piña colada o con colores… Incluso hay lugares con cigarrillos electrónicos que son prácticamente juguetes. Entonces realmente hay un doble discurso. Como ha sido siempre con la industria, esto no es ninguna sorpresa. La tabacalera no se preocupa por la salud pública, se preocupa, como la mayoría de las industrias, por sus ganancias económicas.
-Y esta industria tampoco ha eliminado los productos convencionales de tabaco.
-La experiencia hoy día es que la gente en general consume ambos: los nuevos productos y también los cigarrillos regulares. Esa es la gran mayoría. Los que cambian totalmente a los cigarrillos electrónicos no son tantos.
Otra distinción que hay que hacer, que la industria no hace, es que en estos nuevos productos hay dos familias que son totalmente separadas. Una son los cigarrillos electrónicos –o vapeadores o, con el nombre más científico, sistemas electrónicos de administración de nicotina-, que no son productos de tabaco porque solamente tienen nicotina y no tienen nada de la planta de tabaco, y en la definición de productos de tabaco del convenio tienen que tener algo de la planta. Pero la otra familia son los productos de tabaco calentado, como los IQOS de Phillip Morris, que sí son productos de tabaco porque son unos pequeños dispositivos electrónicos donde pones un pequeño cigarrillo con tabaco adentro. Entonces esos también son productos de tabaco y se tienen que regular bajo las normas del convenio y hasta ahora no hay nadie que diga que sean beneficiosos en alguna forma. E incluso todo lo que se dice de menos riesgo se dice para los cigarrillos electrónicos, no para estos, a pesar de que la industria sigue diciendo que estos son menos riesgosos porque se exponen a menos cosas.
-¿Se puede ver que la industria tabacalera está dirigiéndose más hacia estos productos electrónicos que hacia los cigarrillos convencionales?
-En la actualidad la parte enormemente mayoritaria del mercado aún está dedicada a los cigarrillos. La industria dice que quiere terminar con ellos pero de hecho está abriendo nuevas fábricas de cigarrillos en distintos países. Es decir que no solamente no ha parado, sino que sigue aumentando y en ningún país se ha puesto fecha para decir “a partir de tal año nosotros no vamos a producir más cigarrillos convencionales, vamos a producir solamente estas alternativas”.
Y la historia de que quieran hacer algo menos nocivo es larga y hasta ahora nunca se ha probado que sea cierto. Entonces creo que como personas que trabajamos en salud pública tenemos que ser cuidadosas de qué cosas le decimos a la población sobre todo cuando hay una sustancia adictiva de por medio. Porque una vez que ingresan todos estos jóvenes, por ejemplo ahora con los vapeadores, ahí ya tenemos una nueva generación de adictos a la nicotina y a la industria no le interesa qué producto vaya a vender. Porque incluso ellos ya dijeron en los años 60 que su negocio no es el cigarrillo o el tabaco, su negocio es la nicotina. El cigarrillo es un vehículo.
-¿Cómo se consigue reducir la cantidad de fumadores en el mundo?
-Lo que estamos viendo es que cuando uno pone las medidas necesarias para hacer el ambiente más proclive a la salud, la gente reacciona bien. Porque en general la decisión de empezar a fumar se toma en la adolescencia. No pasa a los 18, 20, 25 años. El 80% de las personas que empiezan a fumar lo hacen en la adolescencia. En un momento donde teóricamente no se nos permite tomar muchas decisiones. Y el hecho de que haya oportunidades de hacer promoción, de hacer marketing para los jóvenes, hace que los jóvenes empiecen. El día que esa publicidad no esté más va a haber muchos menos jóvenes consumidores. De hecho, después de las medidas de ambiente libre de humo, cuando se empieza a ver que fumar no es una actitud socialmente aceptable, a mucha gente y muchos jóvenes no les interesa, porque el problema era todo este ambiente de glamour de fumar que se hizo antes. Pero ahora que está empezando a cambiar, mucha gente joven no tiene ningún interés en empezar a fumar porque no lo ven como algo atractivo.
Creo que se puede disminuir la cantidad de fumadores a un número infinitamente menor del que está ahora si hay un entorno donde lo que está más presente no es el cigarro. No es posible si encontrás cigarros alrededor de todas las cajas registradoras, si tenés publicidad, si todavía tenés en redes sociales una cantidad de influencers trabajando para la industria… Yo creo que con un contexto de denormalización del uso del cigarro esto va a terminar cayendo. También si el cigarrillo es caro; mucha gente deja de fumar cuando se vuelve caro.
Y creo que la gente va a ir dejando de fumar siempre y cuando no tengamos una industria que viola todas las medidas y sigue tratando de mantener su negocio. Eso lamentablemente es difícil de manejar.
-¿Piensa que declarar ilegal el consumo de tabaco es una opción?
-No, eso está claro. Eso no ha funcionado en ningún lado. El tema de solamente tratar de limitar el lado de la oferta, haciendo ilegal la droga o poniendo penas, no ha hecho que la gente deje de consumir drogas y ha generado otros problemas en la sociedad. Yo no lo considero y el CMCT tampoco considera la prohibición en ninguno de sus artículos. Lo que considera el convenio es la regulación en una forma que a la larga va a extinguir el consumo de tabaco. En eso estoy segura que, a la larga, se va a extinguir, sobre todo sin innovaciones de la industria que trate de vender estas cosas como una solución. Pero no creo que la prohibición sea la forma de arreglar el problema.
-Por último, ¿advierte que algún país podría avanzar más contra el tabaquismo?
-Una noticia que me ha generado mucha expectativa es que Argentina esté considerando la ratificación del CMCT, porque pienso que realmente es mejor estar en las discusiones que estar afuera de ellas. Y además, por el crecimiento de la población, hay que entender que la producción de tabaco no se va a caer el año que viene. Esto va a tardar muchísimos años y va a dar tiempo justamente a estas medidas de reconversión que promueve el Día Mundial Sin Tabaco para mejorar las condiciones de los cultivadores argentinos, por ejemplo, o para lograr un menor impacto ambiental y proteger tierras fértiles para alimentos y no para cultivar tabaco.
Hay muchas ideas y estas son algunas de las que se van a discutir en la Conferencia de las Partes en Panamá sobre cómo seguir. Hay países que ya han implementado prácticamente por completo el CMCT y ahora están pensando en ir un poco más allá. Porque el convenio es abierto y eso está bien claro en su artículo 2.1, que dice que sus disposiciones son el piso y no el techo. Los puntos de este tratado internacional son lo mínimo que se demanda a los países para implementar, pero de ahí en más los gobiernos son libres de hacer lo que les parezca que pueda ser efectivo para luchar contra el consumo de tabaco.
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