Los astrofísicos del Observatorio de detección de ondas gravitatorias por interferometría láser (LIGO, por sus siglas en inglés), de la ciudad de Livingston (Luisiana, EE.UU.), y los científicos del Experimento Virgo, de la ciudad de Pisa (Italia), habían detectado simultáneamente el pasado 11 de noviembre una misteriosa onda gravitacional, por lo que comenzaron un minucioso seguimiento para dar con su origen.
Hmm, new #GravitaionalWave candidate #S191110afhttps://t.co/9luTHwJBI2
This is found by an unmodelled burst search, NOT a binary merger search. A new type of source? I will need lots of convincing! Checks currently underway
False alarm rate: 1 per 12 year (meh)
Rating: ❔🌶️ pic.twitter.com/sOa0bpw2AF— Christopher Berry (@cplberry) November 10, 2019
Las ondas gravitacionales son minúsculas vibraciones de origen espacial, que se crean cuando algunos objetos se mueven a velocidades muy altas, como por ejemplo tras la explosión de una supernova o cuando dos agujeros negros orbitan entre sí y se fusionan. Y para estudiar estos fenómenos, que ocurren a distancias inalcanzables para el ser humano, los científicos han tratado de establecer ‘lugares silenciosos’ —en términos de magnitudes vibratorias— para poder estudiar estas ondas que llegan a nuestro planeta.
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La que los expertos denominaron S191110af no coincidía con ninguno de estos orígenes, por lo que provocó la búsqueda de un «componente electromagnético» para poder explicar la causa del fenómeno. Sin embargo, después de días de mediciones y observaciones, un astrofísico de LIGO, Christopher Berry, confirmó que las señales de esta onda gravitacional surgieron como resultado de la interferencia en uno de los dispositivos del observatorio.
«Hubo algunas fallas extra en las frecuencias de interés», precisó el científico.
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