Desolada, encerrada y sin transporte. Así está la ciudad de Maracaibo, la capital zuliana, tras el anuncio de “cuarentena extrema” decretado por el gobierno nacional de Nicolás Maduro.
Rosmina Suárez Piña | Efecto Cocuyo
En menos de un mes, cuando se detectó un foco “altamente contagioso” en el popular mercado Las Pulgas, ubicado en el centro de la ciudad, el estado suma 674 contagios a la fecha del 25 de junio; la mayoría, en las parroquias de Maracaibo.
Desde entonces, el Ejecutivo regional redujo la movilidad en la capital a solo 4 horas por día, estrictamente para los trabajadores de sectores esenciales: medicina, alimentación, transporte y telecomunicaciones. De 8 de la mañana a 12 del mediodía.
Esta medida está acompañada por el uso obligatorio de tapabocas, guantes, antibacterial y el distanciamiento de al menos un metro entre personas.
Pero, el panorama es otro: poco se respeta el distanciamiento físico, tampoco el uso de tapabocas, ni el lavado de manos; el transporte público es casi nulo lo que obliga a numerosas personas a caminar largas distancias, los alimentos escasean y, además, siguen los cortes eléctricos.
Hay casos en todas las parroquias
A través de una transmisión en vivo en redes sociales, el alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, informó el 19 de junio que, pese a todo el esfuerzo para contener el brote de COVID-19 en la ciudad, “el relajamiento excesivo ha generado números preocupantes de personas contagiadas”.
Casanova resaltó que en las 18 parroquias de Maracaibo hay casos del nuevo coronavirus, porque “el foco (de Las Pulgas) está diseminado por toda la ciudad”.
Según las autoridades locales, son más de 300 los casos provenientes de Las Pulgas. Igualmente, que esperan los resultados de prueba molecular (PCR) de al menos 600 casos que resultaron positivos en pruebas rápidas.
Seis parroquias son las que concentran 70 % de los casos: Cristo de Aranza, porque “es frontera con el mercado Las Pulgas”; Cacique Mara, “cuyos linderos tocan los mercados Santa Rosalía y Las Pulgas”; Venancio Pulgar, porque “un importante número de comerciantes de Las Pulgas tiene su residencia en esa parroquia, además allí converge la Curva de Molina y es frontera con el municipio Mara”; Francisco Eugenio Bustamante, Manuel Dagnino, al noroeste de Maracaibo; y Chiquinquirá, cercana al Mercado Las Pulgas.
Se acabó el transporte
Tras decretarse la cuarentena en marzo, las autoridades locales activaron la ruta Bus Maracaibo, para trasladar a las personas que salieran a la calle por motivos excepcionales como buscar alimentos, trabajar en sectores esenciales o ir a consultas médicas.
Para abordar los autobuses, era obligatorio el uso de tapabocas y el distanciamiento de un metro. Además, no podían ir personas de pie. Pero las colas de pasajeros se extendía al menos a lo largo de cuatro cuadras y los autobuses llegaban cada hora. En promedio, había que esperar unas dos horas, porque, entre cada viaje, un equipo debía desinfectarlas.
El transporte público fue desapareciendo progresivamente como consecuencia de la escasez de gasolina, pues las estaciones solo surtirían a los trabajadores esenciales. Algunos “carritos por puesto” que circulan todavía cobran desde 100 mil bolívares el pasaje urbano.
“Yo soy enfermera y tuve que irme a pie un día porque necesitaba llegar y no había buses de ninguna ruta. Pero ya no puedo hacerlo siempre porque el hospital me queda muy lejos”, cuenta Andrea Vásquez, trabajadora del Hospital Universitario de Maracaibo. Ese recorrido ida y vuelta suman aproximadamente 8 kilómetros.
Tras el anuncio de Casanova sobre el aumento de los casos, las rutas oficiales también se redujeron, por lo que las personas que necesiten salir lo hacen a pie.
“El virus es mentira”
Además de la soledad en las calles de Maracaibo, la mayoría de la gente que circula a pie no cumple con las medidas de protección: usan el tapabocas como collar.
De acuerdo con los datos oficiales hasta este viernes 26 de junio, Zulia es el estado con más muertes por COVID-19 en el país. Hasta ese día, suman 15 los fallecimientos; aparte hay otros seis decesos de trabajadores de la salud, entre ellos cinco médicos, según los reportes del gremio médico regional y la ONG Médicos Unidos.
A pesar de estas estadísticas, hay personas que desestiman la propagación del nuevo coronavirus en el país. “Ese virus es una cosa del gobierno para mantenernos encerrados porque no hay gasolina, no hay comida, no hay nada”, dice el señor Raúl González, comerciante, a Efecto Cocuyo.
Esta semana, según informó Polimaracaibo, 56 personas fueron retenidas en las parroquias Cristo de Aranza y Cacique Mara por “irrespetar las normas de la cuarentena social y estricta, obviando el uso correcto y obligatorio del tapabocas, así como el distanciamiento físico”.
En los sectores del noroeste de la ciudad, donde está la mayoría de los casos detectados, también se han reportado fiestas clandestinas de minitecas y servicios religiosos en las calles.
En esta misma ciudad, donde hay fiestas clandestinas, el sector de la salud está de duelo por la muerte de cinco galenos y una enfermera.
Entre el 16 de junio y este jueves 25 de junio han fallecido: Samuel Viloria, epidemiológo; Solangel Scandela, pediatra; Manuel Romero, ginecólogo; Marisela Ramíraz, quien trabaja en el programa del Adulto Mayor ; la enfermera Keyla Moya, quien laboraba en el hospital militar de Maracaibo, y el médico residente Carlos Castillo.
El maratón de cuatro horas
Los maracaiberos deben ingeniárselas para que el tiempo les rinda. En solo cuatro horas deben decidir entre comprar alimentos, echar gasolina o ir a una consulta médica.
En los pocos comercios abiertos, las colas son tan largas como altos los precios: la gente se aglomera para poder comprar al menos un kilo de pollo, que puede costar hasta un millón de bolívares según su peso.
La aglomeración de las personas también se debe a que los negocios comienzan a recoger su mercancía a las 11:00 de la mañana.
“Esa es la hora que nos dan para recoger y despachar. Si nos pasamos, viene la policía y eso es un proceso”, dice el dueño de un local en el Mercado Periférico, ubicado en La Limpia.
En el Mercado Periférico, administrado por la Alcaldía de Maracaibo, es obligatorio (y supervisado) el uso del tapabocas, guantes, gel antibacterial y distanciamiento físico.
Pero en otros comercios, las normas no están completamente supervisadas. Al mediodía, comienza el patrullaje para garantizar el cierre de los locales y la no circulación de ciudadanos sin tapabocas.
De acuerdo con la Cámara de Comercio de Maracaibo, 90 % de las empresas están cerradas y las que abren lo hacen de forma ilegal, ya que el repunte de casos y la cuarentena estricta dejan a los comerciantes “entre la espada y la pared”.
La gandola nunca llega
Esa es la frase más dicha esta semana por los ciudadanos, que siguen amaneciendo en las estaciones de servicio para poder surtir sus vehículos con gasolina.
Desde el inicio de la “cuarentena extrema”, el lunes 22 de junio, la mayoría de las estaciones de gasolina de Maracaibo están vacías o con algunos usuarios que “no pierden la esperanza” de surtir sus vehículos de combustible.
“Fui a tres bombas (gasolineras) y en ninguna había combustible. En la última había una cola, se pagaba con Petros, pero al final no llegó la gandola y tuvimos que irnos”, cuenta Emiro Calderón, trabajador de una empresa de envíos.
Ante la falta de gasolina, hay quienes optan por gastar su “dólar de la suerte” comprándole a “pimpineros” para obtener unos litros de combustible y circular cuando sea necesario.
Unos 20 litros de gasolina en “pimpina” cuestan 20 dólares.
Sin televisión, ni telefonía
En el noroeste de Maracaibo, por ejemplo, al menos 8 de cada 10 hogares contaba con servicio de televisión por cable de DirecTV; y luego de que la cableoperadora cesara operaciones en el país, prácticamente, se quedaron sin televisión en plena cuarentena.
En la ciudad no se ve ningún canal venezolano por señal abierta. Por ello, muchas personas están desinformadas y desconocen el avance de los casos de contagio en la región y el resto del país. Se enteran días después o por terceros.
“Yo no sabía que había más casos. Fue mi sobrina la que me dijo, que ya no había transporte ni nada, porque se metió en internet desde su teléfono”, dice Paula Pérez, vecina de El Marite.
Siguen los cortes
Los apagones y cortes eléctricos en la ciudad ya son parte del día a día del maracaibero. En promedio, pueden contarse hasta cinco bajones por día a cualquier hora.
Esta semana, el gobernador del Zulia, Omar Prieto, anunció que volverá la aplicación del Programa de Administración de Carga Eléctrica “en bloques de 4 a 6 horas en toda la entidad”. Un esquema que no se cumple.
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