Orlando Antonio Alemán Añez no pudo con tanto dolor. Desde aquel 21 de abril, fue solo un año y un día lo que su corazón resistió con tres hijos encerrados en los inmundos sótanos de la DGCIM.
Por Sebastiana Barráez / Frontera Viva
El día lunes su tensión se disparó y fue llevado de urgencia al Hospital Adolfo Prince Lara de Puerto Cabello, pero ante el colapso de los hospitales por los casos de COVID-19, sin información de lo que sucedía con él, un familiar decide que deben trasladarlo hasta una clínica, pero ya era demasiado tarde; murió de un infarto, con infinita tristeza por no lograr ver a sus tres hijos en libertad.
El lunes 21 se cumplió exactamente un año desde que funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar llegaron a su casa y se llevaron a sus dos hijas y a su yerno detenidos. Poco después capturaron a su hijo el teniente Richard Rafael Alemán Castellano, quien fue funcionario de la Gobernación del Táchira en tiempos de José Gregorio Vielma Mora.
El padre, como jefe de familia, debía demostrar fortaleza, ocultó cada lágrima a punto de brotar, cada intento de gritar su impotencia, su rabia, la indignación por las brutales torturas físicas que sufrió su hijo, el trato indignante que le dan a sus hijas Andreina José y Yolimar, así como al esposo de esta Erickson Alexánder Chaya Barroeta en la DGCIM.
Nunca se recuperó de aquel día en los funcionarios de inteligencia llegaron a su casa en Puerto Cabello buscando a su hijo Richard. Los funcionarios de DGCIM intentaban tumbar las puertas de un anexo a la vivienda y otros se dirigen hacia donde el señor Alemán y su esposa duermen. El ladrido de los perros los despierta y cuando Orlando Alemán abre la ventana, lo está encañonando el arma del capitán (GNB) Franco Paolo Rizzi Pérez, un ex compañero de Richard Alemán,
Trata de calmar a su esposa, Ana Edilia, quien entre gritos y llanto ve a aquellos hombres con actitud amenazante. Los cuatro nietos de la pareja Alemán Castellano, que habían llegado a pasar el fin de semana con sus abuelos, no entendían por qué no despertaban de aquella pesadilla, aunque gritaban muy alto y lloraban presos del terror.
El señor Alemán jamás contó lo que sintió cuando el Cap. Paolo Rizzi los amenazaba con dispararles si no abrían. No evitaba sentir un temblor cuando describía al capitán Rizzi Pérez, en medio de la sala, preguntando por el teniente Richard Alemán: ‘Lo queremos vivo, lo queremos vivo’. La hija que es enfermera tuvo que colocarle a la señora Castellano de Alemán una pastilla debajo de la lengua para evitar que colapsara.
Llamaron, llamaron
Si algo le devolvía la sonrisa a Orlando Alemán es cuando sus hijos los llamaban o cuando iban a visitarlos a la DGCIM, de donde siempre regresaba con mucho optimismo y bendiciones.
Nunca supo exactamente lo que sucedió con su hijo cuando fue torturado en la DGCIM, pero confiaba en la justicia de Dios. Todos aquellos que lo conocían admiraban en él su fortaleza, su confianza y la facilidad con la que bendecía.
Cuando su hijo fue detenido la angustia de la pareja Alemán Castellano se elevó. Sus hijas estaban en manos de la DGCIM. Varios custodios y presos dicen que los gritos del teniente se oían en el sótano mientras era torturado. “Lo amenazaron con atentar contra sus hermanas, también presas aquí”.
Se supo quién era el teniente Richard Alemán después que algunos de los detenidos oyeron que torturaban para que entregara la Orden de Operaciones. “Después se supo que se llamaba Richard Alemán, que lo trajeron por el caso de Puerta Morocha. A esos muchachos los trataron muy duro. La familia de Alemán no sabe lo cerca que él estuvo de morir; aún está mal, aunque ya no habla tanto de suicidarse como antes”, dijo una fuente.
Los funcionarios que estuvieron en la casa el día del allanamiento y detención de la familia Alemán se llevaron todos los teléfonos de mi familia, una laptop, dos uniformes de la Guardia Nacional que pertenecían al capitán retirado (GNB) Renny Olivares Moreno, compañero de ellos, que se hospedaba temporalmente y a quien también se lo llevaron detenido.
Después de decidir que se llevaban preso al Capitán Erickson Alexander Chaya Barroeta, esposo de Yolimar Alemán, también detienen a un primo, que fue liberado un mes después. Ese día no se llevaron a Orlando Alemán, porque cuando el funcionario le dijo que iba para la DGCIM, su hija Andreina José los alertó de lo mal que estaba su papá con la tensión. “Se les va a morir en el camino. Llévenme a mí”, dijo tratando de salvar a su padre. “Vístase pues”, fue la respuesta del funcionario. Desde entonces ella ha estado junto a su hermana en los sótanos de la DGCIM.
Si algo llenaba de tristeza al señor Orlando Alemán es recordar cuando, un mes después de sus hijas estar detenidas sin presentación en tribunales ni derecho a abogados, funcionarios de la Dgcim las trasladaron hasta el centro comercial San Diego de Puerto Cabello. Ellas bajaron del carro oficial, felices para reencontrarse con su familia, pero una comisión de la DGCIM que estaba oculta en el lugar las vuelve a detener.
Todo fue una treta para justificar la desaparición forzosa y presentarlas ante los tribunales. “Las tiraron contra el suelo, las esposaron, mientras ellas gritaban, pedían auxilio y se las volvieron a llevar para la sede de la Dgcim en Caracas”.
A los Alemán Castellano los involucran en el Caso Puerta Morocha, en el que incluyeron a la Operación Gedeón, cuyo juez es el Tercero de Terrorismo, José Macsimino Márquez García, y el fiscal es Jean Karín López Ruiz quien ha presionado bastante para que los detenidos se declaren culpables.
Orlando Antonio Alemán Añez murió, dejando en la más triste realidad a su esposa, mientras sus tres hijos presos en los sótanos de la DGCIM solo esperan que les permitan despedir a su padre y poder acompañar a Ana Castellanos de Alemán en este momento tan doloroso para toda la familia.
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