Después tres años y medio de política de Donald Trump hacia Venezuela, la más dura de Estados Unidos hacia un gobierno chavista, Nicolás Maduro sigue firme y preparado para unas elecciones legislativas en diciembre que pueden reforzar su poder.
Por Daniel García Marco- BBC
Trump fue el primero en respaldar en enero de 2019 al opositor Juan Guaidó como legítimo presidente de Venezuela; mantuvo «encima de la mesa» todas las opciones, incluso el fantasma de la intervención militar; y el Departamento de Justicia ofreció una recompensa por Maduro, acusado de liderar un cartel que «infestó de drogas» Estados Unidos.
Pero también el Departamento de Estado ofreció un plan de transición por el que retiraría las sanciones y hace unas semanas Trump dejó abierta la posibilidad de un encuentro con Maduro.
Venezuela ha sido el principal foco de la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina durante la administración Trump.
Sin el resultado del cambio de gobierno que deseaba.A menos de 100 días de las elecciones en Estados Unidos, que podrían cambiar la relación de ambos países y dar un nuevo rumbo a la crisis del país sudamericano, en BBC Mundo entrevistamos a Juan González, exasesor del vicepresidente Joe Biden en la Casa Blanca.
González, que durante el gobierno de Barack Obama trabajó en el Departamento de Estado para temas relacionados con América Latina y en el Consejo de Seguridad Nacional, critica la política de Trump hacia Venezuela y da pistas de cómo cambiaría si Biden ganara.
Este es un extracto de la entrevista, resumida y editada por motivos de extensión y comprensión.
¿Quién ha ganado y perdido en tres años y medio de política del gobierno de Trump hacia Venezuela?
El gran perdedor ha sido el pueblo venezolano y el cubano. La política hacia toda la región, pero específicamente hacia Venezuela y Cuba, de la administración Trump se tiene que ver desde la perspectiva del sur de Florida y todo está enfocado para la reelección del presidente sin consideración en avances por la democracia en ambos países.
Habla muy duro sobre Venezuela, anuncia sanciones con mucha prensa pero hay una falta de estrategia coherente respecto a esos dos países. Las sanciones unilaterales no funcionan, eso ha sido comprobado, y esta administración demuestra que ha vacilado, cambiado, está totalmente desorganizada en cuanto a la política de estos dos países.
Han pasado tres años y medio y Nicolás Maduro está ahí. Y no sólo eso. Esa política le ha fallado a los venezolanos en Estados Unidos. Hay más de 8.000 cubanos y más de 2.000 venezolanos que están en México esperando recibir consideración de asilo.
La política hacia estos dos países se contradice con la política migratoria, que castiga a estos individuos, ataca al sistema de asilo, donde los venezolanos son el número de peticiones más grande.
¿Quién es el ganador?
La política extrema de parte de quienes quieren mantener un status quo que no ha funcionado para promover la democracia en Cuba en los últimos 50 años.
La situación demográfica de Florida va en una dirección que no favorece a los republicanos y están viendo que la diáspora cubana tiende más a los demócratas, por lo que es una estrategia de los republicanos que necesitan expandir su base de apoyo electoral tratando de cubanizar la política hacia Venezuela.
¿Maduro está más fuerte ahora?
Definitivamente sí.
Ha usado que Estados Unidos está completamente distraído por la epidemia del coronavirus. El tiempo es algo que favorece a los dictadores en todo el mundo y él ha usado este tiempo y la falta de atención continua y de estrategia coherente por parte de esta administración para ir tras Guaidó, la oposición, el nombramiento del CNE (Consejo Nacional Electoral), quitar la legitimidad de la Asamblea Nacional antes de las elecciones de fin de año.
Eso le ha favorecido mucho a Maduro. No ha perdido fuerza en su gobierno.
Con otra administración, con objetivos basados en los intereses de Estados Unidos y por la democracia en estos países, con una política mucho más coherente y sostenida, no sólo basada en sanciones, estaríamos en otro lugar hoy día.
¿Cuál es el principal error en la estrategia, según su opinión?
Hay tres: el primero, el error de que las sanciones son una estrategia. Dos: Venezuela no está en las conversaciones que este gobierno está teniendo con China o Rusia. Estoy convencido de que cuando Trump habla con Xi Jinping (presidente de China) Venezuela nunca es parte de esta conversación.
Y tres, la contradicción de esta administración en temas de democracia porque abraza a individuos corruptos en la región y se alinea con líderes antidemocráticos como Vladimir Putin, Kim Jong-un, Xi Jinping…
¿Tiene este gobierno un interés real en Venezuela?
La política hacia Venezuela y Cuba está definida por fines electorales en el sur de la Florida.
Solo se enfoca en Venezuela cuando se lo pide Mauricio Claver-Carone (del Consejo de Seguridad Nacional, muy duro hacia Cuba y Venezuela) en la Casa Blanca o el sur de la Florida.
El presidente no tiene ningún interés. Cuando un presidente da importancia a un tema se mantiene involucrado, es una prioridad en su diplomacia internacional. Aquí no hay nada que demuestre que le importe otra cosa que no sea su reelección.
¿Son tan importantes Venezuela y Cuba como para decidir al ganador en Florida en noviembre?
A la base de apoyo en el Partido Republicano los motiva a salir a votar. A la diáspora venezolana o cubana le interesa saber que al presidente le importan estos temas, pero para ellos es más importante que el presidente tenga un plan para el país.
En 2008 y 2012 votaron por Barack Obama porque tenía una visión de los Estados Unidos. Y Biden está por delante ahora (en las encuestas).
En 2015 Obama firmó un decreto que declaraba a Venezuela amenaza para la seguridad nacional y establecía las primeras sanciones. ¿No fue ése el inicio de la escalada entre ambos países?
En la Casa Blanca nuestra perspectiva era que Maduro le iba a echar la culpa a los Estados Unidos hasta cuando se le desamarraran los zapatos para distraer de la situación del país.
Cuando salió la orden ejecutiva en 2015 fue el vicepresidente Biden el que incluyó herramientas para que el Departamento de Justicia fuera tras individuos corruptos y culpables de violaciones de derechos humanos. El cálculo era ir por individuos.
El problema con las sanciones hoy es que son una herramienta con falta de una estrategia más amplia. Para que las sanciones funcionen tienen que ser parte de un sistema más amplio y global para tener impacto.
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