Yeslie Aranda, un tachirense de 57 años que perdió su pierna izquierda en un accidente de tránsito, emprendió una caminata a lo largo de todo Suramérica con la esperanza de inspirar a su hija y a sus compatriotas a seguir sus sueños, pese a la crisis política y social que atraviesa el país.
Aranda dejó en junio de 2018 su ciudad natal de San Cristóbal, estado Táchira, con una mochila, unos 30 dólares en su bolsillo, y una prótesis de aluminio que le permitió sortear los escarpados caminos del continente.
El sábado 17 de agosto, desafiando las bajas temperaturas e incluso la nieve, el venezolano llegó a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo en Argentina.
“Yo estoy viviendo mi sueño”, dijo Aranda mientras caminaba hacia un cartel que da la bienvenida a los visitantes “al fin del mundo”. Y agregó: “Invito a la gente a perseguir sus sueños, a conquistarlos, a vivirlos”.
Yeslie Aranda, un excamionero, realiza este viaje mientras miles de venezolanos abandonan el país debido a la desesperación. Pero para él, la razón de migrar es diferente: ser una fuente de inspiración para otros, después de que casi muere en un accidente.
El 27 de agosto de 2013, Aranda conducía un micro en el estado Barinas, cuando un camión que viajaba en la dirección opuesta perdió el control y se estrelló contra su vehículo. Aranda y su hija de 23 años, Paola, perdieron una pierna y fueron hospitalizados durante varias semanas.
Después de recuperarse del accidente que lo dejó en coma durante 15 días, Aranda comenzó a caminar con muletas a los santuarios religiosos que rodeaban su ciudad natal como una forma de “agradecer a Dios” por salvarle la vida. Pero también emprendió las caminatas para motivar a su hija, que no pudo obtener una prótesis adecuada y ahora se moviliza en silla de ruedas.
“Paola perdió su pierna derecha y la izquierda le quedó muy lastimada”, relata Aranda. “Yo empecé a caminar para motivarla y demostrarle que a pesar de todo vamos a seguir adelante”, contó en entrevista con la agencia de noticias AP.
En 2018, el migrante venezolano decidió que era tiempo de dejar un legado viajando por todo el cono sur del continente. “Quería estimular a la gente y decirle que pueden ir tras sus sueños sin importar su condición. Hay muchas personas que no tienen ninguna limitación y a veces ni siquiera sueñan”, dijo al medio digital AP.
Con sus ahorros mermados por la hiperinflación en Venezuela, Aranda apenas pudo reunir el equivalente a 30 dólares para el viaje. Una compañía de prótesis le regaló una nueva pierna de aluminio y un zapatero le dio zapatillas decoradas con los colores de la bandera venezolana.
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Ha recaudado algo de dinero mediante la venta de pulseras, pero sobre todo gracias a la generosidad de extraños pudo completar el viaje de 1.500 kilómetros hasta Ushuaia (Argentina). Planea regresar a Venezuela de la misma manera, reseñó AP.
El venezolano planeó originalmente cruzar un tramo de Chile de camino hacia Tierra del Fuego, pero varias veces se le negó una visa por no tener pruebas de que abandonaría el país. Un camionero con el que Aranda viajó “a dedo” se enteró de la situación y le compró un pasaje de avión a Río Grande, la ciudad argentina al otro lado de Chile.
“Hoy en día no es tan atractivo decir que uno es venezolano. Y hay países que nos miran por encima del hombro”, comentó Aranda. “Pero todavía hay mucha gente buena que quiere hacer algo por los demás”, acotó.
Durante su viaje, el venezolano también tuvo momentos de disfrute: vio puestas de sol en el océano Pacífico, visitó ruinas incas, acarició a un pingüino y tocó la nieve por primera vez.
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“Si fuera una persona adinerada tal vez hubiera hecho el mismo viaje pagando todo”, señaló. “Pero no hubiera experimentado lo que ahora estoy viviendo”, agregó.
Aranda culminó su entrevista con AP, diciendo que para él llegar a la localidad argentina de Ushuaia es la “etapa reina” de su viaje y el “comienzo” de su regreso a casa, donde lo esperan su esposa y sus cuatro hijos.